¿Cuántos microplásticos estás comiendo?

Un estudio reciente reveló la cantidad que de microplásticos que nos estamos comiendo a la semana y es una verdadera barbaridad. ¡Sigan leyendo!

Houston, tenemos un problema. Y uno serio. Resulta que cada semana nos estamos tragando el equivalente, en plástico, al peso de una tarjeta de crédito.

Sí, leyeron bien. Imagínense que se comen su tarjeta del Metrobús. Bueno, no literalmente (aunque ya no sabemos qué es peor), pero esa es la cantidad de microplásticos que entran a nuestro cuerpo.

El plástico está en todas partes: en los envases de comida, las botellas de agua, la ropa y hasta en el aire que respiramos. Pero lo peor de todo es que, aunque juramos que no nos lo estamos comiendo, spoiler alert, sí lo estamos haciendo.

Estos microplásticos son pedacitos de plástico tan diminutos que ni siquiera los vemos, pero ahí están, en nuestra comida, en nuestra bebida y hasta en el polvo.

¿Qué tan grave es esto?

Ok, vamos por partes. Imaginen que cada semana le dan una mordida a una tarjeta de crédito; al mes, eso ya sería un paquetote de plástico, como si llenáramos una botella de refresco de 600 ml con microplásticos. Y al año… ¡250 gramos! Eso es más o menos una botella de shampoo. O sea, no es algo que deberíamos tener en nuestro menú.

La principal fuente de estos microplásticos es el agua embotellada. Así que, si siempre están con su botellita de plástico en mano porque “es más práctica”, piénsenlo dos veces.

También se encuentra en alimentos, especialmente en pescados y mariscos, porque los pobres animales terminan comiendo los microplásticos que flotan en el mar. Y no nos olvidemos del aire. Sí, el plástico está tan presente que hasta lo respiramos.

¿Y qué pasa con todo ese plástico dentro de nosotras?

Pues, para empezar, no se queda como un huésped inofensivo. Estudios muestran que el plástico en el cuerpo puede causar inflamación, daño celular y problemas graves a largo plazo, como enfermedades respiratorias e incluso cáncer.

Todo esto porque el plástico no solo es un material feo para el medio ambiente, también está lleno de químicos tóxicos.

Es como si nuestro cuerpo fuera un basurero de plástico y, obviamente, no estamos diseñadas para eso. Así que, aunque no lo veamos ni lo sintamos de inmediato, este pequeño colado está afectando nuestra salud de formas que ni imaginamos.

¿Qué podemos hacer al respecto?

La buena noticia es que no estamos condenadas a vivir como “comedoras de plástico” para siempre. Algunas cosas simples pueden ayudar mucho, como dejar de usar botellas y bolsas de plástico desechables.

Si pueden, inviertan en un filtro de agua y lleven su termo a todos lados. También elijan alimentos frescos en lugar de los que vienen empacados en plástico, y, por favor, reciclen lo más que puedan.

Y claro, también es importante exigir cambios más grandes. El plástico es un problema global, así que necesitamos que los gobiernos y las empresas se pongan las pilas.

Esto, definitivamente y sin ninguna duda de por medio, no es el tipo de dieta que queremos seguir. Comer plástico no es normal ni saludable. Pero con pequeños cambios en nuestra vida diaria y un poquito de conciencia, podemos reducir esta ingesta involuntaria (y francamente y poco obligada por el mundo en el que nos tocó vivir).

Seamos honestas, si queremos algo en nuestro cuerpo, que sea una buena taza de café, no una tarjeta de crédito en trocitos. En eso estamos todas de acuerdo, ¿no?.