Nuestro querido Mario Guerra, les va a dar las señales de que su niño interior está pidiendo ayuda y qué hacer para cuidarlo y acompañarlo. ¡Tomen nota!
Dentro de cada adulto vive una parte emocional esencial: nuestro niño interior. Esta parte de nosotros es mucho más que una simple idea o símbolo; guarda nuestras experiencias de infancia, nuestras heridas no sanadas y también conserva nuestra espontaneidad, creatividad y capacidad de asombro que, muchas veces, la vida adulta va apagando poco a poco.
¿Qué es realmente el niño interior?
Desde la psicología, el niño interior es esa parte de nuestra psique que alberga las emociones, necesidades y experiencias de nuestra infancia. Según Carl Jung, este arquetipo forma parte de nuestro inconsciente y sigue influyendo en nuestro comportamiento adulto, incluso cuando no somos conscientes de ello.
Cuando atravesamos situaciones dolorosas en la infancia y no contamos con el apoyo emocional necesario para procesarlas, esas heridas quedan guardadas. No desaparecen con el tiempo; simplemente esperan el momento adecuado para manifestarse, generalmente en forma de reacciones desproporcionadas, inseguridades o patrones de comportamiento autodestructivos.
Señales de que tu niño interior necesita atención
- Reaccionas con intensidad desmedida ante ciertas situaciones
- Te sientes inadecuado o inseguro sin motivo aparente
- Temes al abandono o al rechazo constantemente
- Buscas aprobación externa de manera compulsiva
- Repites patrones dañinos en tus relaciones personales
El lenguaje que sana: Cómo comunicarte con tu niño interior
Primero, reconócelo
El primer paso para sanar es reconocer su existencia. Cierra los ojos, respira profundamente e imagina cómo eras de niño. ¿Qué edad tienes en esa imagen? ¿Cómo te sientes? No juzgues lo que aparezca, simplemente observa con compasión.
Escucha sin juzgar
Muchas veces silenciamos a nuestro niño interior porque sus emociones nos resultan incómodas. «No seas tan sensible», «no llores», «eso no es para tanto»… son frases que nos decimos internamente, repitiendo lo que escuchamos en nuestra infancia. Aprende a escuchar sin juzgar. Pregúntale: «¿Qué necesitas?» y date el espacio para sentir la respuesta.
Valida sus emociones
«Entiendo que tengas miedo», «es normal sentirse triste por eso», «tienes derecho a estar enojado». Estas frases pueden parecer simples, pero tienen un poder transformador cuando las diriges hacia adentro. La validación es el primer paso hacia la aceptación y la sanación.
Conviértete en el adulto que necesitabas
Quizás de niño necesitaste protección, comprensión o simplemente que alguien te dijera que todo estaría bien. Ahora puedes ser ese adulto para ti mismo. «Estoy aquí contigo», «no te abandonaré», «te protegeré» son promesas poderosas que puedes hacerle a tu niño interior.
Integra el juego y la ligereza
Tu niño interior también necesita espacio para la alegría, la espontaneidad y el juego. Permítete momentos de ligereza: baila como si nadie te viera, dibuja sin preocuparte por el resultado, ríe sin motivo aparente. Estos momentos nutren profundamente tu mundo interior.
Acompaña a ese niño ¡siempre!
Reconciliarte con tu niño interior no es un destino, sino un camino. Habrá días en que la comunicación fluirá naturalmente y otros en que parecerá imposible conectar. Recuerda que, como todo vínculo significativo, requiere paciencia, constancia y, sobre todo, amor incondicional.
El mayor regalo que puedes hacerte es aprender a hablar con esa parte vulnerable de ti con la misma ternura con la que consolarías a un niño que llora. Porque, en esencia, eso es exactamente lo que estás haciendo.