El Real Madrid aparecerá este miércoles (21.00, Movistar Liga de Campeones) sobre el césped del Santiago Bernabéu después de haber azuzado como nunca la leyenda de su embrujo, mientras en los campos de Valdebebas se entregaba con minuciosidad a enderezar los desajustes defensivos que le penalizaron en la ida de la semifinal de la Champions contra el Manchester City en el Etihad (4-3). Una ración de magia y otra de ciencia, la combinación que ha traído al equipo hasta este punto, a un partido de la final de la Copa de Europa, después de que, durante amplios tramos de las eliminatorias previas, cualquiera habrá dicho que estaban eliminados. Hasta el final de los octavos contra el PSG y de los cuartos contra el Chelsea. Pero aguantaron, el Bernabéu se encendió con un gol, y sucedió lo impensado.
Siguiendo ese guion, si lo que los ha conducido hasta aquí de verdad puede considerarse un guion, en Mánchester, bajo un vendaval de juego, el Madrid hizo lo suficiente como para poder comparecer de nuevo en su estadio dispuesto a provocar un último prodigio. Esta vez, una rareza en el santuario de las rarezas: los blancos, que parecen haber remontado de todo, nunca lo han logrado en unas semifinales de la Copa de Europa. Y lo han intentado ocho veces, la primera en 1968 contra el Manchester United de George Best, y la última en 2015 contra la Juve de Morata, en los últimos días de la primera época de Carlo Ancelotti a los mandos del Madrid.
Como parte del desafío extremo, este miércoles encontrará en el otro banquillo un oponente que como técnico ha sido especialmente exitoso en el Bernabéu, donde sus equipos han jugado nueve veces y donde solo ha perdido una, con el Bayern en otra semifinal de la Champions, en 2014. Con Ancelotti en el banquillo del Madrid. El resto, seis victorias y dos empates.
El reto es endiablado, pero el entrenador y buena parte del cogollo clásico del equipo saben que si en algo destaca este grupo es en atrapar las oportunidades cuando se presentan, en el instante en el que se distrae el rival. El italiano, además, se encuentra en una especie de segunda gran oportunidad, de último baile, después de verse hace un año en el Everton en lo que parecía el suave declinar de su carrera, y de recibir la propuesta de Florentino Pérez de regresar a Chamartín. Así lo contó después de ganar la Liga. Así lo vive antes de la vuelta contra el City: “Es muy difícil, pero tenemos una oportunidad que es increíble de jugar otra final”, dijo este martes.
Y no creen que se trate de una casualidad, como reivindicó Luka Modric: “Que sigan pensando lo que ellos quieran. Para llegar aquí y estar en no sé cuántas semifinales, ganando no sé cuántas Champions, no se puede hacer solo por suerte. Se crea la opinión de que nosotros ganamos pero nadie sabe cómo, pero eso es un poco injusto y nos hace reírnos un poco”.
El técnico italiano tiene claro que deben corregir la defensa, algo que señaló ya después de la ida, todavía en el Etihad: “Tenemos que mejorar el compromiso colectivo: movernos mejor como bloque, estar más compactos, evitar problemas cuando centran… El aspecto defensivo lo hemos trabajado, y creo que vamos a ver mejoría”, dijo. Para que eso funcione cuenta con el regreso de Casemiro, ausente en la ida; pero no dispondrá de David Alaba, lesionado.
Han incidido en la defensa, pero Modric cree que el impulso determinante pueden obtenerlo del estadio: “Tenemos que meter a los aficionados desde el principio en el juego. Tenemos que hacerlo bien para que ellos entren, ayuden e influyan”, dijo. Ancelotti también ha apuntado a eso, aunque este martes añadió una cautela: “No ganas una Champions solo con el corazón. Ganar no será solo por el corazón, no solo por el empujón que seguro va a dar el Bernabéu. Será por lo individual y por el compromiso colectivo”, dijo.
Del otro lado, Guardiola, que impulsó al City a un gran partido en la ida, también entiende que, con el Bernabéu por delante, no todo está hecho: “Para eliminar al Madrid tienes que hacer dos buenos partidos, no sirve hacer solo uno”.