¿Eres pasivo – agresivo? y ¿cómo hacerle para dejar de serlo?

¿Cómo saber si somos pasivo – agresivos o estamos siendo víctimas de uno? Con esta guía se van a dar cuenta y también como combatir a la suegra, la cuñada, amiga y hasta jefa que chance y lo es.

Rodolfo Solís, Psicofisiólogo Clínico, les va a explicar todo sobre si son pasivo-agresivo y ¿Qué hacemos sí somos así? o están siendo víctimas de alguien así.

Definición e importancia del término pasivo – agresivo

La conducta pasivo-agresiva ocurre cuando una persona expresa su malestar o resistencia de forma indirecta en lugar de afrontarlo de manera abierta. A menudo, las personas que muestran conductas pasivo-agresivas no se expresan abiertamente, pero sus comportamientos transmiten frustración, enojo o descontento.

Puede manifestarse en formas como:

  • Retrasar tareas intencionalmente
  • Usar sarcasmo o indirectas
  • Olvidar compromisos «sin querer»
  • Hacer cumplidos con doble sentido
  • Negarse a colaborar cuando se les solicita
  • Pedir a otros que asuman la confrontación

Efectos en el entorno laboral

Deterioro del clima laboral: La pasivo-agresividad puede generar tensiones y conflictos no resueltos entre compañeros, afectando negativamente el ambiente de trabajo.

Reducción de la productividad: Las dinámicas hostiles y la falta de comunicación clara pueden disminuir la eficiencia y eficacia de los equipos de trabajo.

Desgaste psicológico: Los empleados pueden experimentar estrés y agotamiento debido a la constante presencia de conflictos no abordados y a la necesidad de interpretar intenciones ocultas.

Efectos en las relaciones personales

Erosión de la confianza: La falta de comunicación abierta y la expresión indirecta de descontento pueden minar la confianza entre las personas, dificultando la resolución de conflictos.

Aumento de la frustración: La acumulación de resentimientos no expresados puede llevar a estallidos emocionales inesperados y a una mayor insatisfacción en la relación.

Ciclo de negatividad: La persistencia de comportamientos pasivo-agresivos puede crear un ciclo vicioso donde ambas partes se sienten incomprendidas y frustradas, afectando la calidad de la relación.

Análisis de la conducta pasivo-agresiva

Cualquier conducta tiene una función: ¿Qué está obteniendo la persona al actuar de esta manera?

  • Antecedentes – ¿Qué ocurre antes de la conducta? (Ejemplo: se le pide a alguien que haga algo que no quiere hacer).
  • Conducta – ¿Cómo responde la persona? (Ejemplo: dice «sí», pero luego lo sabotea).
  • Consecuencias – ¿Qué obtiene o evita con esa conducta? (Ejemplo: evita la confrontación directa pero sigue resistiendo).

La conducta pasivo-agresiva puede tener varias funciones

Evitar confrontación directa: Algunas personas no se sienten cómodas con el conflicto directo y, por lo tanto, adoptan una postura pasivo-agresiva para evitar la confrontación explícita.

Expresión indirecta de enojo o frustración: Cuando las personas no se sienten capaces de expresar su frustración de manera abierta, recurren a la pasividad agresiva para comunicar su malestar sin ser confrontativos.

Control o manipulación: En algunos casos, el comportamiento pasivo-agresivo puede ser una forma de manipular situaciones o de obtener algo sin tener que pedirlo de forma directa.

Baja habilidad para la comunicación asertiva: Muchas personas con comportamientos pasivo-agresivos no saben cómo comunicarse de manera directa y asertiva, lo que resulta en la manifestación de sus emociones a través de comportamientos indirectos.

Esta conducta se refuerza si la persona logra su objetivo sin enfrentar consecuencias negativas.

¿Por qué ocurre la conducta pasivo-agresiva?

Las razones pueden ser diversas, pero algunas de las más comunes incluyen:

  • Historia de aprendizaje: Crecer en ambientes donde la confrontación directa era castigada.
  • Evitación del conflicto: Miedo a la confrontación o a ser percibido negativamente.
  • Refuerzo intermitente: Si la estrategia funciona a veces, se sigue usando.

Identificar estos patrones es clave para manejar mejor la situación.

Estrategias para manejar la conducta pasivo-agresiva

Ahora lo más importante: ¿Cómo podemos manejar estas conductas? Aquí algunas estrategias desde un enfoque conductual:

  • No tomarlo personalmente: Recuerda que la conducta pasivo-agresiva no está dirigida directamente a ti, sino que refleja las dificultades del individuo para manejar el conflicto o expresar sus emociones de manera directa.
  • Reforzar la comunicación asertiva: Modelar y reforzar conductas en las que la persona pueda expresar su malestar de manera directa y respetuosa.
  • No reforzar la conducta pasivo-agresiva: Si la persona evita tareas o usa sarcasmo para manipular la situación, evitar caer en su juego y establecer consecuencias claras.
  • Establecer límites claros: Expresar de manera firme y respetuosa qué comportamientos son inaceptables. Por ejemplo: “Entiendo que puedas estar molesto, pero necesito que me comuniques tus inquietudes de manera directa.”
  • Preguntar directamente: “¿Hay algo que te incomoda de esto? Prefiero que lo hablemos de manera abierta”. 

Ejemplo práctico: Escenario: Un compañero de trabajo dice “claro, yo lo hago, no hay problema” pero nunca entrega la tarea. Respuesta asertiva: “Noté que dijiste que sí, pero no se entregó a tiempo. ¿Pasó algo? Si prefieres, podemos discutirlo directamente para evitar confusiones”.

¿Cómo la modifico si yo ejerzo conducta pasivo-agresiva?

Reconocer el patrón de conducta y su contexto. El primer paso es ser consciente de que estás utilizando la conducta pasivo-agresiva. Esto puede incluir cosas como evitar decir lo que realmente piensas, procrastinar, hacer comentarios sarcásticos o dar respuestas indirectas cuando estás molesto.

Observar estos comportamientos y con quién los realizas te ayudará a darte cuenta de cuándo estás actuando de esta manera. Pregúntate: ¿Qué estás buscando lograr con esta conducta (evitar el conflicto, obtener atención, controlar la situación)?

Identificar las emociones subyacentes

La conducta pasivo-agresiva generalmente es una respuesta a emociones como el enojo, la frustración o el miedo al conflicto. Tómate un momento para identificar lo que realmente sientes en cada situación. Pregúntate: ¿Qué estoy sintiendo realmente? ¿Por qué estoy evitando enfrentar este problema directamente? ¿Estoy temeroso de las consecuencias de expresar mis pensamientos?.

Practicar la comunicación asertiva

La comunicación asertiva es la habilidad de expresar tus pensamientos, sentimientos y necesidades de manera clara, directa y respetuosa. En lugar de recurrir a la pasivo-agresividad, intenta ser honesto y expresar tus emociones de forma calmada, sin culpar o atacar a los demás.

Puedes empezar con frases como: “Yo me siento [emoción] cuando [situación].” / “Me gustaría que [la solución o comportamiento deseado].”

Tomar responsabilidad por tus emociones

A menudo, las personas con conductas pasivo-agresivas sienten que no pueden expresar lo que piensan debido a que temen ser rechazadas o que sus emociones no sean validadas. Sin embargo, es importante recordar que tus emociones son válidas, pero la forma en que las comunicas es lo que debe cambiar. Asume la responsabilidad de cómo te sientes y de cómo reaccionas, sin culpar a los demás.

Desarrollar habilidades para resolver conflictos

Si evitas la confrontación directa, es útil aprender técnicas efectivas para resolver conflictos. Algunas estrategias incluyen: Escuchar activamente a la otra persona sin interrumpir, buscar soluciones que beneficien a ambos en lugar de quedarte con el resentimiento, aprender a negociar y comprometerse cuando sea necesario.

Enfrentar los miedos al conflicto

Una de las razones de la pasivo-agresividad es el miedo al conflicto directo. Puedes empezar a desafiar este miedo poco a poco, exponiéndote a situaciones donde tengas que expresar tus emociones de manera directa. La clave es comenzar con situaciones más pequeñas y gradualmente trabajar hacia temas más complicados.

Buscar ayuda profesional si es necesario

Si sientes que la pasivo-agresividad es un patrón arraigado y te resulta difícil cambiarlo por ti mismo, hablar con un terapeuta o consejero puede ser muy útil. Un profesional puede ayudarte a explorar las raíces emocionales de tu comportamiento y enseñarte nuevas habilidades de comunicación.

Refuerza los cambios positivos

Cada vez que logres comunicarte de manera más asertiva y directa, reconócelo y felicítate. El refuerzo positivo te ayudará a mantener el cambio y motivarte a continuar mejorando tus habilidades de comunicación.

Establecer límites saludables

Las personas con conductas pasivo-agresivas pueden tener dificultades para establecer y respetar límites. Aprender a establecer límites saludables y a decir «no» de manera firme pero respetuosa puede prevenir la acumulación de frustración y malestar que se manifiesta luego de manera indirecta.

Manejar la conducta pasivo-agresiva no es fácil, pero entender su función nos da herramientas para abordarla de manera más efectiva. La clave está en fomentar una comunicación clara y reforzar respuestas más funcionales.

Especialista: Rodolfo Solís. Psicofisiólogo clínico. Doctor en Neurociencias de la Conducta. Líder del Laboratorio de Neurofisiología Cognitiva y Clínica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.