El papa Francisco hizo una firme defensa del perfil “popular” de la Iglesia latinoamericana y su papel emancipador en una región que, consideró, “será víctima hasta que no se termine de liberar de imperialismos explotadores”. En una entrevista de alto contenido político, concedida en Santa Marta la semana pasada a la agencia argentina de noticias Télam, el pontífice evitó mencionar a esos “explotadores” porque, dijo, “son tan obvios que todo el mundo los ve”. E invitó a América Latina a pensarse “desde la periferia” para cumplir el “sueño de unidad de San Martín y Bolívar”.
“Me llamó la atención una conferencia que escuché de Amelia Podetti, una filósofa que ya falleció, en la que dijo: ‘Europa vio el Universo cuando Magallanes llegó al Sur’. O sea, desde la periferia más grande, se entendió a sí misma. La periferia nos hace entender el centro. Podrán estar de acuerdo o no, pero si vos querés saber lo que siente un pueblo, andá a la periferia. Las periferias existenciales, no sólo las sociales. Y ahí se muestra el pueblo”, dijo el Papa.
En esa periferia está América Latina, ese sitio donde “se ve la verdadera realidad”, según Francisco. La región tiene entonces el desafío de construir desde allí la unidad y “liberarse de los imperialismos”. “Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano más allá de la ideología. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana”, dijo Francisco a Télam.
Nacido en Argentina hace 85 años, Francisco se convirtió el 13 de marzo de 2013 en el primer Papa latinoamericano. Desde entonces no ha vuelto a su país, pero ha visitado Brasil -su primer viaje al exterior, en julio de aquel mismo año-, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba, México y Colombia. En todos esos países la Iglesia Católica está fuerte porque, dijo Francisco, “tiene una historia de cercanía al pueblo muy grande”: “Es una Iglesia popular, en el sentido real de la palabra. Es una Iglesia que se desnaturalizó cuando el pueblo no podía expresarse y terminó siendo una Iglesia de capataces de estancia, con los agentes pastorales que mandaban”. “La Iglesia latinoamericana tiene aspectos de sujeción ideológica en algunos casos. Los ha habido y los seguirá habiendo porque eso es una limitación humana”, agregó el Papa, “pero es una Iglesia que pudo y puede expresar cada vez mejor su organización popular”.
Federico Rivas Molina- EL PAIS