Liz Truss anunció este jueves que renunciaría como primera ministra, derribada por su programa económico que conmocionó a los mercados y dividió a su Partido Conservador solo seis semanas después de su nombramiento.
Una elección de liderazgo se completará dentro de la próxima semana y ella se mantendrá en el cargo hasta que se escoja un sucesor.
Hablando frente a la puerta de su oficina número 10 de Downing Street, Truss aceptó que no podía cumplir las promesas que hizo cuando se presentó como candidata a líder conservadora, después de haber perdido la fe de su partido.
La renuncia de Liz Truss se produce a solo 45 días de asumir el cargo, lo que la convierte en la primer ministro con menos tiempo en la historia de Reino Unido.
“Sin embargo, reconozco que, dada la situación, no puedo cumplir el mandato por el que fui elegida por el Partido Conservador. Por lo tanto, he hablado con Su Majestad el Rey para notificarle que renuncio como líder del Partido Conservador”, dijo.
“Esta mañana me reuní con el presidente del Comité 1922, Sir Graham Brady. Acordamos que habrá una elección de liderazgo que se completará dentro de la próxima semana. Esto asegurará que nos mantenemos en el camino para entregar nuestros planes fiscales y mantener la estabilidad económica y la seguridad nacional de nuestro país”, dijo.
Liz Truss, la ‘dama de hierro’ que se fundió en seis semanas
Liz Truss tomó las riendas del Reino Unido con la idea de proporcionar una sacudida neoliberal al país y resucitar el espíritu de Margaret Thatcher, pero seis semanas de errores de cálculo y torpeza política han servido para fundir a quien aspiraba a convertirse en una nueva “dama de hierro”.
Con su dimisión hoy culmina uno de los períodos más excepcionales y convulsos de la historia reciente británica, que acaba con el mandato más breve de un primer ministro en Downing Street.
El pasado 6 de septiembre, con una visita a la reina Isabel II en su castillo de Balmoral, Truss iniciaba su mandato. No podía ser un buen augurio que la monarca muriese solo dos días después de recibir a la líder “tory”.
La ex primera ministra alcanzó el cargo aupada en las primarias por las bases conservadoras, que apreciaron su discurso desacomplejado y su propósito de dar un giro a la derecha en el rumbo del país.
Pese a ello, a nadie se la escapó que en las votaciones previas entre los propios diputados “tories” ella nunca había encabezado las preferencias y solo pasó a disputarse el liderazgo con el exministro de Economía Rishi Sunak por apenas ocho votos.
Sin la legitimidad con la que contaba Johnson gracias a su aplastante victoria en 2019 ni un gran respaldo en sus propias filas, Truss aterrizó en Downing Street con pies de barro.
Eso no obstó para que el 23 de septiembre su entonces ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, presentase la mayor bajada de impuestos en medio siglo, sin más plan para financiarla que endeudar al país; los mercados respondieron disparando la prima de la deuda soberana y hundiendo la libra.
Ese día fue el principio del fin para Truss. A partir de entonces solo pudo dedicarse a destituir a Kwarteng y enmendar una por una todas sus medidas, hasta llegar a la humillación final de ver al nuevo ministro de Economía, Jemery Hunt, desmontar este lunes por completo ante el Parlamento un plan lleno de “errores”.
Su rictus inexpresivo aquel día, en la bancada detrás de Hunt, le valió comparaciones en la despiadada prensa británica con un “espectro” que seguía en el cargo pero vacío de poder.
Sus últimos movimientos a la desesperada, como aparecer en la BBC para hacer acto de contrición y pedir perdón, no sirvieron para nada más que para dilatar un destino que ya estaba escrito.
‘BREXITERA’ RECONVERTIDA
Antes de convertirse en primera ministra, había ocupado en el último año la cartera de Exteriores, desde donde desplegó una dura retórica contra Rusia y China, y dirigió un choque con la Unión Europea (UE) que todavía amenaza con derivar en una guerra comercial.
Ella fue la impulsora de la ley que permitirá a Londres incumplir el acuerdo del Brexit y se erigió en la primera defensora de las “oportunidades” que vislumbra el Reino Unido fuera de la UE, a pesar de que defendió con pasión la permanencia antes del referéndum de 2016 -abandonar el bloque sería una “tragedia”, llegó a escribir-.
Pese a todo, como jefa del Ejecutivo pareció adoptar un enfoque más posibilista hacia la cuestión europea.
Con fama de ser una política hábil en las distancias cortas, durante la campaña de las primarias “tories” y su corto paso por Downing Street crecieron las dudas sobre su capacidad de movilizar a las masas, especialmente como sucesora de alguien tan carismático como Johnson.
Crecida en una familia de izquierdas. Republicana ella misma durante su juventud en un país monárquico. Liberal-demócrata antes que “tory”. Truss fue capaz de superar todas sus contradicciones para crecer dentro del Partido Conservador con una carrera firme en la que su primer cartera ministerial, Medio Ambiente, le llegó en 2014.
Sirvió en los gabinetes de David Cameron, Theresa May y Boris Johnson, quien le dio la gran oportunidad de su carrera al pasarla de Comercio Internacional (donde había fraguado los primeros acuerdos pos Brexit con terceros países) al Foreign Office.
En Exteriores obtuvo el trampolín desde el que aspirar al plato fuerte, la jefatura del Gobierno. Solo seis semanas después, la deja con la cabeza gacha y como un borrón, muy breve, en los libros de Historia.