Angeles Wolder, directora y fundadora del Instituto Ángeles Wolder, profesora y terapeuta de Descodificación Biológica.
Descodificación Biológica de las relaciones de pareja
¿Han escuchado alguna vez eso de “nunca tuve suerte en el amor”? o “me tocó lo peor del mercado”…como si se tratara de una lotería.
Son muchas las ideas que todos hemos repetido alguna vez sobre las parejas: “todos los hombres/ mujeres son iguales”, “al principio muy bien y luego todo cambia”, “mientras fuimos novios fabuloso, pero al casarnos fue un cambio radical”, “es igual a su padre/madre…”, “desde que tuvimos a nuestro primer hijo, se perdió la pareja”, y muchos más.
Si crees que la pareja o las parejas que has tenido han sido un simple flechazo de Cupido te cuento que estás equivocado/a. Y si sigues esperando al hombre o mujer de tu vida, quizás se te pase la vida esperando. Darse cuenta de las profundas razones que hacen que escojamos a una persona u otra nos permitirá dejar de entrar y salir de relaciones o de repetir patrones nocivos. Para eso es necesario preguntarse “¿Por qué elegí a mi pareja si no me hace feliz?” Es como si el piloto
¿Cuáles son los patrones disfuncionales?
Una relación se compone por dos seres que se conectan a través de sus historias y de los sistemas familiares de los que provienen.
Pero, ¿qué pasó en las relaciones anteriores de nuestra familia? Aunque no tengamos información directa de lo ocurrido con anterioridad, sí que tenemos registradas las experiencias traumáticas mediante sensaciones corporales. En nuestras células existe información de por lo menos 4 generaciones, así que podemos acceder a esas memorias y sanarlas. ¿Cómo? Usando el cuerpo, que nos guía hacia el origen de lo que estamos viviendo actualmente en nuestras vidas.
En las parejas no solamente vemos los roles que traemos de casa, que están muy condicionados por la vida relacional de nuestros padres, sino también lo que ellos han vivido. Reparamos en el transgeneracional, en esas cosas inconclusas que a veces vemos que se repiten, esos amores imposibles que no pudieron ser.
Destacado: El cerebro intenta evitar o reproducir lo que fue doloroso en el pasado para terminar con la tensión. En el árbol genealógico (familiar) se dan repeticiones para darnos la oportunidad de reconocer este dolor, ser conscientes de ello y a partir de ahí poder escribir una nueva historia.
¿Cómo reconocer patrones familiares?
En primera instancia, debes fijarte en las relaciones cercanas. Por ejemplo, entre mis papás: ¿Qué vi?, ¿Qué escuché de ellos?, ¿Qué modelo me transmitieron? Hay que recordar que todos somos fieles de manera inconsciente a uno de nuestros progenitores y de manera consciente al otro. A uno lo puedo considerar víctima y al otro depredador, pero me uniré a los dos.
Además, puede que nos hubiera faltado un apego sano, mucha seguridad y amor de la relación paterna y lo vamos a buscar en la pareja. Siempre creemos que las parejas nos van a dar aquello que necesitamos (que además lo van a descubrir o adivinar), aquello que mamá y papá no nos pudieron dar y en realidad lo que vamos a hacer casi siempre es elegir a aquellas personas que al inicio nos van a prometer todo esto de una manera implícita o explicita.
Pareja por necesidad
Lo único que logramos es profundizar aún más en la herida ya que llegará el momento en que el otro no nos puede adivinar o le es imposible dar más de lo que tiene. Las necesidades insatisfechas como la de escucha, seguridad, reconocimiento, valoración, amor se ponen de manifiesto con: “ni se da cuenta de que existo”, “soy un cero a la izquierda”, “no me cuenta en sus planes”, etc. La pareja es papá/mamá y no es bueno tener como pareja a un padre.
Pareja anulada
El comportamiento con los padres influye en la elección de la pareja, ya que esto va a generar mucha fricción porque si yo fui programada para ser la mamá de mis hermanos o padres o la salvadora de mamá o de papá voy a hacer lo mismo y seré la mamá de mi pareja. Si escuchabas “a los hombres mejor hacerles todo, atenderlos, porque los hombres son inmaduros” la relación de pareja va a funcionar mal. Uno estará constantemente mirando lo que necesita el otro y lo asfixia, no le deja ser ni hacer. Es la pareja anulada.
Roles confundidos
La desigualdad genera formas de pareja donde hay roles confundidos como padre-hija, madre-hijo roles en que uno indica al otro qué debe o no debe hacer, o incluso parejas en que uno se convierte en el “territorio” del otro. Para detectar esto hay que sanar heridas del pasado, como pueden ser las carencias desde las que se busca a papá o a mamá; o bien a otros familiares que tuvieron peso en la historia como abuelos, hermanos y tíos.
Pareja con un fin condicionante
También puede pasar que hay hombres o mujeres aceptadas en un inicio porque tienen un fin (procrear, alimentar, salvar de deudas, sacar de la soltería, etc.) pero esa persona será aceptada condicionalmente. Esto irá generando una constante insatisfacción en las relaciones de pareja porque solo “Te quiero si X”. Es la llamada pareja con función.
Falta de amor
Un problema recurrente en el mundo de las relaciones sentimentales es querer cambiar a la pareja, criticarle, o esperar cada día algo diferente de lo que es. Esto es una falta al amor y al respeto, y muchas veces es el germen de la separación.
Renuncias compensadas
Otro caso es el de las renuncias realizadas que hoy pasan factura. Si por ejemplo mis padres fueron personas muy abnegadas donde la paternidad o la maternidad fue muy dolorosa porque tuvieron que luchar, sacrificaron sus propios intereses, se pusieron de lado como, por ejemplo, a lo mejor mamá quería seguir en la Universidad y a papá le hubiera gustado irse a viajar por el mundo antes de formar una familia, pero al quedarse embarazados todo se truncó. Se casaron jóvenes, tuvieron hijos y pelearon constantemente.
¿Cómo elegir a nuestra pareja?
Identifica lo que buscas: Reconocer lo que buscas en el otro, lo que le pides que sea para nosotros y lo que nos estamos engañando para convencernos de que es la persona ideal. Después del enamoramiento inicial hay que poner un poco de cabeza y clarificar la relación siendo conscientes de que la pasión nos puede arrastrar.
Respeta tu historia: Cada uno tiene una historia que debe respetar. Sanar la familia para tener una pareja feliz es posible y comienza por honrar la historia, ver lo que repetimos o compensamos, revisar el rol que ocupaba en mi familia de origen, rescatar lo que nos pasa a nivel corporal y emocional y revivirlo una vez para acabar soltando lo que no nos pertenece. Los programas siguen activos mientras son inconscientes.
Comprende las distintas formas de pensar: Entender que todos somos necesarios y nos complementamos. Tenemos cerebros muy diferentes, somos muy distintos, pero somos necesarios tanto unos como otros. Hacer un ejercicio interno de no critica al otro género. Entender también que la pareja viene acompañada de su propio árbol familiar y trae sus cuentas pendientes que se reflejarán en lo cotidiano. No juzgarlo sino empatizar y comprender. Cuando nos presentamos podríamos decir “este soy yo y vengo con mi familia” y el otro mirar con amor y decir, “la respeto”.
Llévalo a la práctica
Ejercicio 1
Te propongo un ejercicio que trata de devolver los modelos de pareja que hubo en nuestra familia, pero lo haremos desde lo positivo, el recurso y para eso buscamos algo positivo de la relación de pareja de nuestros padres o abuelos. Quizás puedas pensar en que gracias a una unión tu familia está aquí o que se ayudaron entre familias. Siempre hay algo positivo, se trata de darle la oportunidad de reaparecer en la vida.
Ejercicio 2
Haz una lista de 10 creencias que tenemos sobre las parejas y mira de qué parte de la familia proviene. Igual que hacemos con otras memorias, libéralo.
Es indudable que la vida en solitario es mucho más cómoda que la vida de a dos. Sin embargo, la vida en pareja es más nutritiva, enriquecedora, promete más movimiento personal, da más sustancia para ver y resolver los conflictos propios.
Una pareja sana es aquella que consigue un intercambio positivo. Es estar a la par del otro. Ni arriba ni abajo, ni delante ni detrás, sino a la par. Es la mejor escuela de 24 horas de convivencia para entender al ser humano. Son 24 horas para ver cuándo sale el ego a relucir y cuándo hay amor.