A través de los años, se ha intentado comprender el vínculo entre el cuerpo humano y su microbioma y poco a poco se ha ido revelando un mecanismo de comunicación entre las bacterias intestinales y el cerebro.
En términos médicos, esta relación se establece a través de moléculas químicas (neurotransmisores) que son conocidas o que el público suele escuchar, como la serotonina, dopamina GABA3, que son producidas por las bacterias intestinales. Y aunque estas moléculas no pueden atravesar la barrera hematoencefálica que protege al cerebro, su influencia se extiende a través de un ingenioso sistema de mensajería.
¿Qué papel juega el marketing bajo este contexto?
El enfoque del marketing pharma ha encontrado en la comunicación intestino-cerebro, una oportunidad para la investigación. La comprensión de que los neurotransmisores microbianos pueden actuar en las células de la pared intestinal, transmitiendo su mensaje al sistema nervioso central a través de las neuronas en el tracto digestivo, presenta oportunidades emocionantes para desarrollar terapias farmacológicas innovadoras.
Estos avances pueden influir en la salud mental y emocional, a través de intervenciones que afectan directamente a las bacterias intestinales.
Sin embargo, uno de los desafíos más importantes del marketing pharma se dirige al tema ético que responda ¿cómo traducir estos avances científicos en soluciones terapéuticas efectivas y seguras?
Ante esta premisa, cabe destacar que la personalización de tratamientos en función de la composición individual del microbioma, la promoción de suplementos nutricionales específicos y el desarrollo de medicamentos diseñados para interactuar con las bacterias intestinales, son algunas de las áreas en las que se puede tener un impacto significativo.
Por lo tanto, el descubrimiento de la comunicación entre las bacterias intestinales y el cerebro ha abierto una nueva dimensión en la investigación médica y en el marketing farmacéutico. A medica que se descubren otros aspectos de esta interacción, la industria pharma se encuentra en una posición única para desarrollar intervenciones que aborden no solo los desafíos físicos, sino también los emocionales y mentales, contribuyendo así a un enfoque integral de la salud del paciente.