Invité a Marian Rojas Estapé, autora de «Cómo hacer que te pasen cosas buenas», a que nos hable sobre el cortisol y cómo es que está afectando nuestra salud manteniéndonos en modo de supervivencia.
Ya saben que muchos somos fatalistas y estamos pensando en todo lo que podría salir mal, desde la chamba hasta los hijos. Esto nos está, literalmente, matando, ya que liberamos cortisol y hace que nuestro cuerpo esté en estrés constante, por eso les vamos a dar paz con estos consejos y evitar andar con el agobio siempre.
El estrés de la vida actual
Las preocupaciones hacen que se suba el cortisol y se produzca una intoxicación por esta hormona, lo cual nos afecta tanto a nivel físico como emocional. La clave para reducirlo está en aprender a disfrutar de lo bueno que nos pasa y aprender a gestionar lo malo. Es decir, tener una correcta interpretación de las cosas que nos suceden.
A lo largo del día somos capaces de crear aproximadamente 000 pensamientos, de los cuales el 95% surgen de forma automática, y de ellos, el 80% son negativos, sugiere la Sociedad Española de Medicina. Según la BBC, las personas con mayores niveles de optimismo disfrutan de una esperanza de vida entre un 11% y un 15% mayor que los menos optimistas.
Infobae destaca que las personas optimistas tienen hasta un 70% más de probabilidades de vivir hasta los 85 años. Según el Índice Global de Emociones 2021 de Gallup, en 2020 los niveles de estrés fueron los que más aumentaron, con un récord del 40% de los adultos de todo el mundo, el más alto en 15 años, el mismo estudio, el estrés aumentó en la mitad de los 116 países estudiados, con «aumentos de dos dígitos en el estrés en 21 países», según el informe. Esto significa que casi 190 millones de personas más en todo el mundo experimentaron un estrés significativo el año pasado que en años anteriores.
¿Qué es el cortisol?
El cortisol es la hormona del estrés que se activa en nuestro organismo ante los momentos de miedo, cuando sentimos que nuestra supervivencia está en juego y en momentos de alerta.
Debemos entender que el cortisol es una hormona que se activa ante las cosas reales que nos suceden como ante los estados de alerta que se producen en nuestra mente, como las preocupaciones, las cosas que interpretamos como peligrosas, los miedos del futuro, los fantasmas del pasado, es decir, nuestra mente y nuestro cuerpo no distinguen lo real de lo imaginario.
El 90% de las cosas que nos preocupan, jamás suceden. Y entonces llegamos a lo que yo denomino de forma coloquial ‘estados de intoxicación de cortisol’, en los que esta hormona está demasiado alta y tiene su reflejo en diferentes partes de nuestro cuerpo.
¿Qué es la intoxicación del cortisol?
Genera cambios a diferentes niveles: a nivel físico, a nivel psicológico y a nivel de conducta. A nivel físico: ocurre desde pérdida de pelo, hasta cambios en el aparato gastrointestinal, interacción con otras hormonas, sensación de presión en el pecho, falta de aire, repercusiones en la piel.
A nivel psicológico: produce estados de irritabilidad, de miedo, de interpretación de forma negativa de todo aquello que nos sucede. Incluso problemas de sueño, estados de tristeza mantenidos y finalmente, nos lleva al aislamiento.
¿Cómo podemos acabar con el cortisol?
No hay que acabar con el cortisol. El cortisol es una hormona cíclica. Su función es conseguir un estado de equilibrio, pero es muy difícil porque estamos constantemente en movimiento, y nos suceden cosas.
La clave está en aprender a disfrutar de lo bueno que nos pasa y aprender a gestionar lo malo. Es decir, tener una correcta interpretación de las cosas que nos suceden, y no interpretarlo negativamente por nuestras heridas, por nuestro estado de alerta constante, por nuestros miedos, por nuestros fantasmas…
Para acabar con el cortisol, hay que entender cómo funciona el organismo, cómo funciona el cortisol, cómo funcionamos ante el modo alerta, lo que yo denomino el ‘esquema de personalidad’. La persona obsesiva ante el estrés se convierte en una persona súper rumiantica o sobre pensadora. La persona impulsiva ante el estrés, puede tener picos de agresividad. La persona sensible ante el estrés se convierte en vulnerable y somatiza en el cuerpo o en la mente. La clave es entender qué me sube el cortisol para aprender a gestionarlo.
¿Cómo podemos interpretar nuestra realidad de una manera positiva?
Somos incapaces de interpretar la realidad de forma adecuada. Nos cuesta relativizar, nos cuesta ver en las cosas que nos pasan, el valor que realmente tienen. Vivimos magnificando todo aquello que nos sucede e interpretamos ataques, sensaciones, todo en nuestra contra.
A nivel fisiológico, deberíamos intentar que nuestro organismo viva de la forma más sana posible, conectando de forma adecuada con sus emociones. Si nosotros vivimos intoxicados de preocupaciones, con pensamientos negativos, con una voz interior que nos machaca, con una herida que no nos deja en paz, con un miedo que nos bloquea, pues todo eso tiene un impacto en nuestra salud. Y entonces nos inflamamos.
Los estados de estrés mantenidos, los estados de intoxicación por cortisol, nos inflaman con inflamación de bajo grado, pero que está presente en el 80-90% de las enfermedades crónicas, y que altera por supuesto, la microbiota, la piel, las hormonas y tiene alteraciones a nivel celular de forma muy potente.
¿Qué nos puede ayudar a regular el cortisol?
El deporte produce una sustancia que se llama BDNF (Factor neurotrófico derivado del cerebro) que se activa cuando hacemos ejercicio y potencia el sistema inmune, disminuye la inflamación, ayuda a regenerar mejores conexiones neuronales y tiene un efecto antidepresivo en el cerebro.
Otra cosa que ayuda, es educar la voz interior. También aprender a gestionar las personas de mi entorno, el tipo de comida que inflama, que estresa, y que potencia. Frenar el consumo de estimulantes, drogas y cafés, regular el sueño, etc.
¿El cerebro se ha convertido en nuestro mayor enemigo?
Todo depende de cómo interpretamos nuestra realidad. Es decir, hay personas que viven constantemente con miedo, sea a un bicho, a la pandemia, a enfermarse, a perder el trabajo, a que a su hijo le suceda algo… El punto es que a pesar de vivir en este mundo incierto, aprendamos a disfrutar de lo bueno que nos sucede cada día y como decía al principio, gestionar lo malo.
Si el cerebro se convierte en mi aliado, me convierto en una persona con capacidad para sobrellevar lo negativo, tengo un cerebro fuerte, con voluntad, con una corteza prefrontal potente que sabe posponer la recompensa, que sabe prestar atención, que sabe gestionar sus impulsos y sus emociones.
Una persona que tiene empatía, que sabe conectar de forma sana con las emociones de los demás, estamos ante una persona que tiene bien ‘construido’ su cerebro. Es una persona que va a gestionar mejor lo malo que le suceda en la vida.
¿La clave de la felicidad y el bienestar está en aprender a controlar nuestro cerebro?
Conocernos y comprendernos nos va a hacer sentir aliviados. Es decir, comprendo por qué esto me sucede. Comprendo por qué siempre recaigo en relaciones tóxicas. Comprendo por qué este tipo de personas me alteran profundamente. Comprendo por qué duermo mal.
Estamos en una sociedad híper estimulada donde nos cuesta comprender porque para comprender hay que profundizar y para profundizar hay que parar y hay que tener conciencia del tiempo y desconectar de la hiperestimulación de la pantalla.
¿Hasta qué punto el desequilibrio entre la mente y las emociones puede enfermarnos por un mal manejo del cortisol?
Si las cosas nos preocupan, vivimos en estado de alerta y el estado de alerta modifica el organismo. Efectivamente, hay una unión mente cuerpo.
La Psiquiatría no es un tema sólo de pastillas, es un tema común de muchas enfermedades crónicas que tienen síntomas depresivos. Muchos psiquiatras hemos visto el poder, la influencia que tiene la inflamación en el cerebro. Yo, por ejemplo, trato algunas depresiones resistentes con tratamientos antiinflamatorios, dietas, suplementación o incluso medicaciones
¿Cómo podemos poner en práctica el optimismo?
Tampoco podemos estar felices 24/7. La neurociencia de la felicidad consiste en intentar ser un poco más felices con la vida que nos ha tocado vivir, es decir, aprender a gestionar nuestro cerebro, nuestras relaciones, nuestra educación, la familia, con las herramientas que tenemos para sacar lo mejor que llevamos dentro.
El humor y el optimismo son una forma de interpretar la vida. Reírse a carcajadas favorece el riego sanguíneo en el cerebro, potencia la corteza prefrontal izquierda, mejora la creatividad y aparte genera endorfinas.
Cuando dos personas juntas se ríen y se sonríen, los dos hemisferios derechos, activan las neuronas espejo y se activa una sensación de bienestar. Es un sistema neurológico súper potente cuando los dos hemisferios derechos se conectan en una situación de risa y de optimismo.