El 20 de febrero murió el conductor y actor Daniel Bisogno luego de varias complicaciones médicas.
Según la información que dio Paty Chapoy, quien fuera su jefa y amiga en TV Azteca, Daniel Bisogno murió después de estar en terapia intensiva.
¿De qué estaba enfermo Daniel Bisogno?
Según lo que reportó su hermano a mediados de febrero, Daniel Bisogno se encontraba en terapia intensiva después de que se le practicara una hemodiálisis.
Pero aseguró que el procedimiento no se trataba de una “situación de vida o muerte”.
Además en un programa en vivo se dijo que Daniel presentaba problemas en pulmones y riñones debido al tratamiento que recibió para frenar una infección con la que desde hace un tiempo estaba batallando.
Estos problemas se sumaron a que en el 2024, Bisogno fue sometido a un trasplante de hígado a causa de complicaciones. Si bien la cirugía fue exitosa, su proceso de recuperación fue largo y lo llevó a estar en terapia intensiva y media durante varios meses.
¿Por qué el transplante falló?
Desafortunadamente, existen muchas razones por las que los trasplantes falla, desde el rechazo del órgano por parte del sistema inmunológico del receptor, infecciones, complicaciones quirúrgicas y problemas con la irrigación sanguínea del órgano trasplantado.
El rechazo ocurre cuando el sistema inmune identifica el nuevo órgano como una amenaza y lo ataca, a pesar de los medicamentos inmunosupresores.
En el caso de Daniel, su hermano Alex Bisogno, explicó que cuando le hicieron el transplante, los médicos le habían informado que existía un 3% de probabilidades de que su cuerpo rechazara el transplante, lo que finalmente ocurrió.
Además de haber adquirido una bacteria en las vías biliares, que pueden causar infecciones como la colangitis, una inflamación grave que puede derivar en sepsis si no se trata a tiempo.
Normalmente, la bilis es estéril, pero cuando las bacterias del intestino ascienden a través del conducto biliar, pueden provocar obstrucciones, inflamación y daño en el hígado.
Factores como cálculos biliares, estenosis o la presencia de dispositivos como stents pueden favorecer la proliferación bacteriana.
Los síntomas incluyen fiebre, ictericia y dolor abdominal, y el tratamiento suele requerir antibióticos y, en algunos casos, drenaje biliar para restaurar el flujo normal de la bilis.