“Padres y madres bajo presión”. Así de rotundo es el título del informe (Advisory, en inglés), publicado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, que alerta sobre el aumento del estrés entre padres, madres y cuidadores durante la crianza. Lo firma el doctor Vivek H. Murthy, quien ostenta el cargo de director general de Salud Pública de EEUU. Este alto funcionario también es conocido como “el médico de la nación”: la persona que provee a los estadounidenses de la mejor información científica con el fin de mejorar su salud. Las advertencias que este organismo publica están reservadas a hechos significativos: “Circunstancias que requieren el inmediato conocimiento y respuesta de la nación”. En 1964, por ejemplo, el entonces director general de Salud alertó de los peligros del tabaco en la salud.
Este último informe, publicado a finales de agosto, ha recibido una gran atención mediática. En parte, porque toca un tema universal: la crianza. Y lo que dice invita a una reflexión, ya que el gobierno estadounidense alerta que el estrés parental se ha convertido en un problema de salud pública. El informe, avalado por más de 150 estudios, define el estrés como “un estado de preocupación o tensión mental provocado por una situación difícil”, y facilita datos reveladores. Como que en la ultima década —y de forma consistente—, los padres y las madres han manifestado niveles de estrés más altos comparados con los de otros adultos. Un malestar que afecta su vida cotidiana: el 41% dice que “prácticamente todos los días” están tan agobiados que no pueden funcionar, mientras que el 48% define su estrés como “abrumador”. Estas cifras se reducen casi a la mitad en los adultos sin descendencia.
La ansiedad de los padres
Un 48% sufre un estrés “abrumador”; el 41% no puede funcionar a causa de su agobio
Siempre se ha dicho que tener hijos es de las mejores cosas que pueden sucedernos. Que algo supuestamente tan hermoso sea fuente de malestar provoca sensaciones encontradas. “En mis conversaciones con padres, madres y cuidadores de todo el país, he descubierto que la sensación de culpa y vergüenza son dominantes”, escribe el doctor Murthy en la introducción al informe. Médico y vicealmirante, educado en Harvard y Yale, el principal portavoz en asuntos de salud pública de EEUU tiene dos hijos, por lo que simpatiza con esos millones de progenitores que pueden sentirse sobrepasados por la crianza. De hecho, él también asegura que, aunque se siente afortunado por el privilegio de cuidar a sus dos criaturas: “Me pregunto constantemente si estoy haciéndolo bien”.
Lee también
En este adverbio, “constantemente”, estaría una de las claves de este estrés parental actual. Un malestar que, como señala el informe, afecta directamente a los hijos y repercute en toda la sociedad: incide en el aumento del gasto en salud pública y tiene un impacto negativo en la productividad. Se calcula que en el país hay 63 millones de familias con criaturas al cargo de menores de 18 años. Por ello, el informe habla de una cuestión de “interés nacional”, frente a la que hay que tomar medidas urgentes.
¿Qué está pasando en la crianza para que, incluso una persona tan preparada como Murthy se pregunte, “constantemente”, si lo está haciendo bien? ¿Cuáles son los factores que hacen que nos invada el estrés? Las razones son, según el informe, variadas. Algunas, tan clásicas como la falta de sueño o el ajustarse al rol de padres cuando nace un bebé. Sin olvidar la impotencia ante las rabietas y los comportamientos disruptivos de los hijos en la adolescencia.
El caso de Estados Unidos
Las seis causas claves del malestar
El informe, sin embargo, especifica seis causas de malestar clave. Algunas, son novedosas; otras, propias de nuestros tiempos. Es el caso de la primera, la precariedad económica, obstáculo enorme para una crianza feliz. La falta de medios para cubrir las necesidades de los hijos es un detonante de todo tipo de angustias. Aunque dicen que “los ricos también lloran”, es mucho más difícil criar con pocos medios.
El segundo factor estresante que detalla el informe son las preocupaciones por la salud de los hijos. En este apartado, hay una novedad: en el siglo XXI —con las vacunas y los antibióticos al abasto de casi todos—, los principales miedos se enfocan en la salud mental de los menores. El que su hijo sufra ansiedad o depresión intranquiliza a tres de cada cuatro padres estadounidenses.
En un país donde hay tiroteos en las escuelas, la seguridad es otro gran generador de estrés (el 74% de los padres americanos sufre por ello). Ahí, los progenitores españoles estaríamos, afortunadamente, alejados. La falta de tiempo (la sensación de “no llegar”), es otro factor destacado en el informe que suena familiar. Otra variable es “la sensación de soledad y aislamiento social”, que aseguran sufrir el 65% de los padres y madres. Esta cifra se eleva al 77% cuando se trata de familias monoparentales.
Lee también
Paola Roig, la psicóloga que desmonta las teorías sobre la crianza: “Hay que volver al sentido común”
Por supuesto, las tecnologías son un nuevo factor generador de mucha desazón. La vida online de los hijos agobia a las familias. Una gran mayoría de padres de adolescentes asegura sentirse “extremadamente preocupado” de que el uso de las redes sociales de sus hijos: “Derive en problemas como ansiedad y depresión, baja autoestima, acoso, presión para actuar de una cierta manera o exposición a contenidos explícitos”.
El sexto factor de estrés que cita el estudio son las expectativas sociales entorno a la crianza. Es decir: la presión cultural por ser los padres perfectos y tener los hijos perfectos. En este factor —que se da más en familias de clases medias y altas—, tiene también mucho peso el mundo on-line. Así lo manifiesta el doctor Murthy. El responsable de Salud Pública de Estados Unidos alerta sobre las “expectativas irreales” sobre la crianza, “generadas en una cultura de la comparación, cada vez más intensa, a menudo propagada por influencers y tendencias online”. El perseguir estas expectativas excesivas, escribe: “Ha dejado a muchas familias exhaustas, quemadas y con la sensación de quedarse perpetuamente atrás”.
Problema global
Estados Unidos no es un caso excepcional
Lo que pasa en Estados Unidos no puede despacharse como algo que solo ocurre ahí. Este país es todavía la potencia mundial y el principal exportador de tendencias a nuestros lares. “No conozco un estudio similar en España sobre el estrés parental, pero sí que tengo la sensación de que la crianza también se ha complicado bastante”, dice el sociólogo Gerardo Meil Landwerlin, que coincide con que: “Lo que pasa en EEUU puede ocurrir, un poco más tarde, en los países europeos”.
Este catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid investiga los cambios familiares y aspectos como el arrepentimiento parental. Los datos, dice, indican que en España ha habido cambios significativos en la crianza, que se ha vuelto más intensiva: “Al hilo de la reducción de la natalidad, además de económicamente, hoy los padres invierten emocionalmente mucho más en los hijos. Las expectativas están mucho más altas que en periodos históricos anteriores”.
No es que los padres de antes, matiza, no se preocuparan de temas relevantes, como las drogas o los derivados de la revolución sexual: “Lo que sucede es que las dinámicas eran mucho menos ‘dirigidas’. Los padres estaban mucho menos implicados en que los hijos consiguieran un logro profesional y económico alto”. Probablemente, reflexiona, era porque para muchos, el que los hijos pudieran acceder a la universidad “ya les abría un horizonte de perspectivas de éxito que ahora mismo no hay”.
“Los estudios sobre los tipos de maternidad actuales en España, que han hecho colegas de la UAB, inciden en que el modelo dominante está muy centrado en la maternidad intensiva”, dice Meil. Este es un término acuñado en 1996 por la socióloga Sharon Hays, que implica la inversión de una enorme cantidad de tiempo, energía, dinero y un desgaste emocional en la crianza. Una forma de criar, dice el sociólogo, “que tiene un peso importante en las ansiedades, tensiones y frustraciones en el proceso”. En este punto nos equipararíamos a lo que sucede en Estados Unidos, donde la crianza intensiva (también conocida como hiperpaternidad, crianza “helicóptero” o “con apego”), es cada vez más habitual.
Los padres invierten emocionalmente mucho más en los hijos hoy en día. Las expectativas están mucho más altas que en periodos históricos anteriores
Gerardo Meil LandwerlinSociólogo
Meil señala otras coincidencias de la sociedad española con los factores de estrés citados en el informe. “Como los problemas económicos, por supuesto, que además están asociados con el arrepentimiento por haber sido padres”. La preocupación por la salud mental de los hijos sería otro punto que compartimos con los padres estadounidenses, aunque el sociológico cree que en España “todavía no se haya llegado al nivel de difusión de problemáticas que existe en EEUU”. La falta de tiempo (ese “no llego” que agobia a tantos), es para Meil algo cuestionable: “Aunque este factor también se podría aplicar en España, no un indicador objetivo, porque hoy, no sólo pasamos más tiempo con nuestros hijos, sino que se trabajan menos horas que antes. Así que sería una percepción subjetiva”.
Lee también
La sensación de soledad, de aislamiento, sería también menos frecuente entre los progenitores españoles. “Aquí los contactos familiares son más frecuentes, entre otras cosas, porque vivimos más cerca de nuestros familiares y la distancia, en las redes de parentesco, es clave”. Tampoco existe el miedo por la seguridad de los hijos en el colegio, pero sí respecto al acoso escolar. Los recelos frente a las vidas digitales serían los mismos que en EEUU: “De hecho, el apoyo masivo en España para que en los colegios supriman el móvil, creo que apunta en la dirección de que este sí es uno de los miedos de los padres”, dice el sociólogo.
“Se necesita una aldea para criar a un niño”, dice el proverbio africano. Las conclusiones del informe estadounidense sobre estrés parental, en el fondo, destilan lo mismo. Se insta a crear políticas y programas públicos, a nivel nacional y local, para garantizar los cuidados en todas las familias. Se urge asimismo reconsiderar las presiones culturales y la competitividad que existen alrededor de la crianza. Analizar sus retos y dificultades. En definitiva, que la sociedad apoye y comparta la responsabilidad con la infancia, una tarea fundamental. Porque, como dice Murthy: “Criar a los hijos, es un trabajo sagrado, que debería importarnos a todos”