Cuando ser “lindísimo” no es taaan lindo. Aquí les contamos algo que nos tienen traumadas… El síndrome del niño bueno.
Seguramente conocen a alguien así: nunca dice que no, siempre está disponible, jamás se enoja (o eso parece), y su misión en la vida es hacer felices a los demás. A simple vista suena como el ser humano perfecto… pero, plot twist, tanta amabilidad tiene truco. Damas y caballeros, les presentamos el síndrome del niño bueno.
¿Qué es esto del síndrome del niño bueno?
Básicamente, el síndrome del niño bueno es cuando alguien cree que portándose bien se va a ganar el amor, la aprobación y el premio mayor de la vida. ¿Cuál es el problema? Que no lo hace solo por ser buena onda, sino porque en el fondo espera algo a cambio. Y si no lo obtiene… se vienen los reclamos, la decepción y, en casos extremos, el drama pasivo-agresivo.
Ejemplos de la vida real (parece chiste pero es anécdota) del síndrome del niño bueno:
- El novio que parece salido de una comedia romántica, te deja elegir la película, te lleva flores “porque sí” y siempre te pregunta qué quieres hacer… hasta que un día dices que quieres salir con tus amigas y te suelta un: “¿Ah sí? ¿Después de todo lo que hago por ti?”
- La amiga que está para ti a cualquier hora, te escucha, te apoya, pero si un día no contestas su mensaje en 10 minutos, empieza con indirectas en redes: “A veces das todo y no recibes nada”.
- El compañero de trabajo que ayuda a todos, se ofrece a hacer los reportes, quedarse hasta tarde, ser el alma del equipo… pero luego espera que lo traten como rey y si no lo hacen, se siente usado y empieza a tirar comentarios tipo: “Claro, cuando necesitan algo sí me buscan”.
¿Por qué pasa esto?
El síndrome del niño bueno pasa porque nos educaron con la idea de que si nos portamos bien, la vida nos va a premiar. Crecimos pensando que si somos lo suficientemente lindos, nos van a querer más, nos van a elegir, nos van a valorar. El problema es que esto no funciona así, y cuando la realidad no nos da lo que esperamos, pum, llegan la frustración y el resentimiento.
¿Cómo evitar caer en este juego?
- Ser amable no significa ser mártir. Está increíble ser buen pedo, pero no a costa de tu dignidad o bienestar.
- Di lo que piensas sin miedo. No pasa nada si das tu opinión, tomas decisiones o dices que no.
- Haz cosas porque quieres, no porque esperas algo a cambio. La verdadera generosidad es sin condiciones.
- Aprende a poner límites. No te toca ser el terapeuta, el asistente ni el salvador de nadie.
Moraleja de la historia
Está cool ser una buena persona. Lo que no está cool es pensar que el mundo te debe algo por serlo. Así que si alguna vez han sentido que dan, dan y dan, pero no reciben lo que esperaban, puede ser momento de preguntarse: ¿Lo hago porque quiero o porque espero algo a cambio y estoy cayendo en el síndrome del niño bueno?.
Y si conocen a alguien con el síndrome del niño bueno, denle un abrazo y díganle: “No tienes que ganarte el amor de nadie. Relájate, siéntate y deja que alguien más elija la película por una vez”.