Les vamos a contar todo sobre los microplásticos y cómo hacerle para evitar tenerlos tan presentes en nuestra vida.
Vivimos en un mundo donde cada año se producen más de 430 millones de toneladas de plástico, y una gran parte termina como basura en cuestión de minutos. Lo peor es que no desaparece. Se fragmenta en pedacitos microscópicos —los famosos microplásticos— que se infiltran en los océanos, en el aire, en los alimentos, en nuestra casa y, sorpresa, en nuestros cuerpos.
¿Qué son los microplásticos y cómo llegaron?
Piensen en esas prendas de poliéster que aman porque no se arrugan. Cada vez que las lavamos, desprenden fibras diminutas que terminan en el agua. O en los filtros de cigarrillos que, además de ser la basura más común en las playas, liberan plásticos y químicos tóxicos al descomponerse. Ni siquiera nuestros productos de skin care se salvan: muchas cremas exfoliantes, pastas de dientes y desodorantes contienen partículas de plástico diseñadas para limpiar o dar textura.
El resultado es una especie de sopa plástica invisible que respiramos, comemos y absorbemos. Sí, así de glamuroso.
¿Cómo nos afecta esta invasión invisible?
Lo que sigue parece historia de terror, pero mantengan la calma, también tenemos consejos. Los estudios han encontrado microplásticos en órganos humanos e incluso en la placenta de los recién nacidos. Lo que aún no sabemos con certeza es cómo nos afecta a largo plazo, pero los primeros indicios no pintan nada bien.
Por ejemplo, los microplásticos pueden llevar sustancias químicas asociadas a alteraciones hormonales, problemas respiratorios y daños en el desarrollo cerebral. También hay estudios que sugieren su relación con enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer o el párkinson.
En animales marinos, donde ya se ha investigado más, provocan inflamaciones, asfixia e incluso cambios de comportamiento. Y, si esto suena demasiado lejano, recordemos que esos mismos animales terminan en nuestro plato.
Ahora sí, consejos prácticos para reducir nuestra exposición y minimizar el riesgo:
- Adiós a las botellas de plástico. Optemos por botellas reutilizables de acero inoxidable o vidrio.
- Cambiemos el clóset. Opten por fibras naturales como algodón o lino.Si no se quieren deshacer de todo (quién quiere) también pueden empezar a lavar menos seguido la ropa sintética. Claro que aguanta una puesta más sin pasar por la lavadora, trust us.
- Filtros para la lavadora. Existen dispositivos que capturan las microfibras antes de que lleguen al drenaje.
- Belleza consciente. Leamos etiquetas y elijamos productos sin microperlas ni ingredientes como “polietileno” o “polipropileno”.
- Evitemos el unicel. Cambiemos los envases plásticos por alternativas de vidrio o metal, especialmente para comida caliente.
- Menos fast fashion. Reutilizar, reparar y comprar mejor siempre será ununa buen idea.
Aunque todavía no sepamos exactamente qué tan dañinos son los microplásticos, lo que sí sabemos es que ya están aquí, circulando por nuestro sistema como si les hubiéramos mandado invitación. Y si algo queda claro, es que limpiar este desastre requerirá más que buenas intenciones y metas de Año Nuevo. Tener conciencia es el primer paso.