¿Si ustedes ganan más que sus parejas, pagan más que ellos en los gastos de la casa y las salidas? Hoy Tere Díaz, Psicoterapeuta, viene a explicarnos cómo dividir los gastos y no caer en la violencia económica.
El dinero siempre es un tema de discusión en la pareja, cuándo dar, cuando no, quién paga, quién no… Por eso es importante hacernos las siguientes preguntas para hacer una reflexión.
Preguntas útiles para saber cómo está tu relación y el dinero
- ¿Tu pareja tiene tu mismo nivel socio económico?
- ¿Su ritmo de vida en términos de gastos es parecido al tuyo?
- Si ya pasó por un divorcio: ¿sus compromisos con el ex y sus hijos van en aumento?
- ¿Tiene que mantener a sus padres?
- Si eres mujer, ¿estás esperando que te mantenga o que coopere contigo económicamente?
- ¿Has tenido que dejar de externar un deseo porque no tienes el dinero para pagarlo o para compartir el gasto?
- Si eres hombre, ¿quieres que ella sea autosuficiente en términos económicos? O incluso ¿esperas que te apoye con los gastos?
- ¿Van a dividir gastos a la mitad?
- ¿Están dispuestos a abrir una cuenta común? o ¿alguno de los dos quiere reservar sus ingresos para sí mismo?
- Si están casados, ¿qué pasará con las propiedades o dinero que generen mientras estén juntos?
- ¿Piensan heredarse algo mutuamente si siguen juntos hasta la muerte?
- ¿Has tenido que tolerar un viaje, o un coche, o un simple platillo que no querías por sentirte sin autoridad para sugerir otro?
- ¿“Aceptas” estrategias de vida, de diversión, de sexualidad, de elección de amigos, porque negarte te haría perder privilegios económicos que te otorga tu pareja?
Hablar de dinero es también hablar de “afecto”. Nuestras prácticas con el dinero reflejan y expresan maneras precisas de querer al otro y de quererse a uno mismo: ¿controlar, subordinar y asfixiar, o en contribuir a generar condiciones de desarrollo y crecimiento para nosotros y nuestra pareja? El amor es un intercambio, y el dinero representa el aspecto material de dicho intercambio.
El dinero como control
El control a través del dinero se da cuando alguno de los dos en la relación gana más y lo utiliza para manipular, humillar o degradar al otro. Su poder se ve en la forma en que lo administra, en su disponibilidad real y en la toma de decisiones respecto al uso del mismo.
- Coloca a la otra persona en un lugar de dependencia y demanda.
- Con el dinero se puede monopolizar los bienes, las actividades, las prioridades.
El menos opulento con frecuencia tiene que atenerse a los dictámenes del “poderoso”, así como pedirle, solicitarle, explicarle y a veces suplicarle… para disponer de cierta holgura y flexibilidad.
Desajustes en la transición
Hemos pasado de un modelo “hombre-proveedor / mujer-mantenida y cuidadora”, a una sociedad en donde muchas mujeres, insertadas de lleno en la población económicamente activa, no requieren pagar el costo de que un hombre las invite, las mantenga, las “consienta” si eso implica que tome decisiones por ellas. Pero esta transición no está del todo lograda:
- Muchas personas siguen defendiendo modelos de relación y de familia extremadamente conservadores, con roles de género rígidos a cumplir.
- Infinidad de hombres siguen presionados por “dar el ancho económico”, pues creen que sólo así podrán merecer respeto y reconocimiento. Se resisten a aceptar lo extenuante de asumir el rol de proveedores económicos y machos exitosos. Fallar es hacer frente a la censura social. Y cumplir ya no rinde los mismos beneficios que antes.
- Las mujeres que aún cargan valores tradicionales siguen cargando la exigencia de ser madres incondicionales, cuyos cuidados no sólo alcanzan ya a los hijos, sino a sus hombres cercanos: hermanos, padres, jefe y, claro, sus parejas. Una entrega altruista que las deja exhaustas.
- Muchas mujeres liberadas son “medio liberadas”, porque ganan menos que los hombres desempeñando los mismos puestos, a lo que han de sumar su jornada de trabajo doméstico, la cual ni logran compartir con alguien, ni pueden delegar.
- Otras mujeres, si bien logran suficiente independencia, tanto económica como en otras áreas de la vida, no han renunciado a un modelo de enamoramiento “admirativo” en el cual requieren sentir que “su hombre” es más fuerte, más inteligente, más prestigioso y más rico que ellas…
- Algunas mujeres que sí se han independizado económicamente, han adoptado posturas opuestas que las llevan a someter a otros, como si fuera una “revancha”
- Otras mujeres esconden su fortuna para jugar a “las conquistadas”, “las consentidas” (y evitar que se les busque por interés). Como si la autonomía fuese pecado, sienten la amenaza del desamor, la soledad, y el desamparo al no tener a un –Superman–, que les de protección vitalicia.
Acuerdos en la pareja que sí funcionan con el dinero
Un punto clave sería cuestionar cómo se distribuye la disponibilidad económica, independientemente de cómo se concreten las aportaciones:
- En algunos casos uno aporta dinero y el otro servicios.
- En otros casos, los dos aportan dinero y servicios en proporciones diversas, dependiendo de sus ingresos y necesidades.
- Hay casos en los que uno sólo aporta dinero, sin requerir que el otro se haga cargo de los servicios.
- Muchos acuerdan “jugar el juego” de te invito, me invitas, te sorprendo, acepto… más como algo lúdico, para generar placer y bienestar, más que expectativas rígidas basadas en roles obsoletos.
- Las combinaciones posibles son muchas, pero la disponibilidad equitativa de los beneficios económicos es condición necesaria para hacer posible una relación solidaria, en la que la autonomía no sea privilegio de uno solo.
Tips para manejar el dinero en pareja
Tener un solo fondo común, al que ambos aporten proporcionalmente a sus ingresos y que usen para gastar en actividades compartidas.
Dejar un % para los gastos de cada uno. Así se permite cierta independencia para satisfacer sus necesidades y sus gustos personales. Que el manejo del fondo común lo haga el miembro de la pareja con mayores habilidades financieras.
Quien maneje el fondo debe consultar al otro sobre una inversión extra e informarle periódicamente el estado de las cuentas.
Si se elige no tener fondo común, proponer asumir las responsabilidades económicas con base en el % proporcional a los ingresos que cada uno tiene. En ningún momento el que gane y aporte más hará sentir que tiene privilegios en las decisiones y manejo de los recursos.
Cuando haya puntos de vista diferentes frente al manejo del dinero escucharse y llegar a acuerdos “Ganar-Ganar”. Y revisarlos temporalmente. Si estos acuerdos no son posibles, buscar ayuda especializada, alguien que medie, aclare y facilite la solución del conflicto.
Cuando alguien está más limitado económicamente (por cruzar una etapa de despido, por asumir más responsabilidades económicas en otras áreas, por incapacidades físicas), el otro puede apoyar sin tener la obligación de resolver al otro sus problemas, pero sí con consciencia de solidaridad.
Especialista: Tere Díaz. Psicoterapeuta especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Autora de los libros “¿Cómo identificar un patán?”, “¿Por qué nos mentimos si nos amamos?”, “Navegando la incertidumbre amorosa” en coautoría con Mónica León y audiolibro “El que busca encuentra, ¿cómo atraer y enamorar.