Los malos presagios de Rafael Nadal en Indian Wells se confirmaron este martes. El campeón de 21 grandes, de 35 años, permanecerá entre cuatro y seis semanas de baja debido a la lesión que se produjo durante el torneo californiano, que le afectó durante la semifinal contra Carlos Alcaraz y de forma todavía más notable durante el pulso por el título que se adjudicó el estadounidense Taylor Fritz el domingo. Nada más regresar de California, el mallorquín se sometió a unas pruebas en Barcelona y el doctor Ángel Ruiz-Cotorro certificó la mala noticia. Según informó el galeno a través de una nota facilitada por el equipo de comunicación del tenista, Nadal sufre “una fisura de estrés del tercer arco costal izquierdo” que se produjo en el partido contra el murciano. Tanto ese día (recta final del tercer set) como en el pulso posterior (en dos ocasiones) tuvo que ser atendido por los servicios médicos del torneo.
El percance supone un serio contratiempo para el mallorquín de cara a la gira de tierra batida que arranca el próximo mes en Montecarlo e interrumpe de manera abrupta el sensacional trimestre del balear. Según los plazos estimados, Nadal se perderá el Masters 1000 que comenzará el 10 de abril en el Principado y también el Godó de Barcelona (del 18 al 24), y llegaría muy justo al Mutua Madrid Open (del 1 al 8 de mayo). Posteriormente, siempre y cuando la evolución sea la deseada, le quedaría el Masters de Roma (8-15) como último cartucho preparatorio de cara a Roland Garros, que este año se celebra del 22 de mayo al 5 de junio. Sin duda, París es el gran objetivo del español, que el pasado 30 de enero elevó su 21º grande y encabeza la carrera por ser el más laureado de la historia
La única derrota se produjo contra Fritz, en un partido que el español jugó claramente mermado. El día anterior, Alcaraz, de 18 años, le llevó al límite y en la final requirió dos veces la asistencia médica; una en el vestuario, tras el primer set, y otra sobre la propia pista, cuando expresó visibles gestos de dolor mientras el fisioterapeuta le manipulaba el pecho y la espalda. “Me costaba respirar. No sé si es algo en las costillas… Es como tener una aguja ahí dentro, todo el rato. Me duele, es muy incómodo y me limita mucho. Me mareo un poco porque es doloroso”, indicó entonces.
En las rondas previas, Sebastian Korda (21 años), Daniel Evans (31), Reilly Opelka (24) y Nick Kyrgios (26) también le habían forzado y su cuerpo reaccionó en la semifinal, aunque en el cruce con Opelka ya tuvo problemas en el pie izquierdo. El año pasado, el síndrome de Müller-Weiss –la lesión crónica que afecta al escafoides y padece desde los 18 años– le obligó a parar después de Roland Garros y se perdió la mitad de la temporada, incluidos los Juegos Olímpicos de Tokio. En total, casi siete meses en la enfermería y luego otro contratiempo que puso en jaque su participación en Australia, al contraer el coronavirus –durante la exhibición de Abu Dabi, en la que se fotografió con el rey emérito– a solo dos semanas de volar a las Antípodas.
Finalmente, Nadal viajó y triunfó, rubricando el mejor inicio de temporada de su carrera. Todo iba sobre ruedas, de una manera incluso inimaginable, decía el balear, que llegó a pensar antes del comienzo del nuevo año que 2021 podía haber sido su última experiencia como tenista profesional. Sin embargo, remontó. Por enésima vez. Ahora, el físico le asesta otro golpe y le propone un nuevo desafío, puesto que nunca había sufrido una lesión de este calibre a tan poco tiempo de Roland Garros. Es, de nuevo, Nadal y sus circunstancias contra el tiempo; una carrera que el mallorquín empezó nada más poner el pie en la clínica y conocer el diagnóstico del doctor Cotorro. A dos meses exactos del grande francés, el rey de la tierra se enfrenta a un obstáculo desconocido en su carrera: las costillas, su último enemigo.