Vivimos en la era de la satisfacción inmediata, y sin darnos cuenta la sociedad se ha convertido en drogodependiente emocional, es decir, siempre estamos en la búsqueda constante de placer sin ponerle atención a lo importante y profundo.
En su nuevo libro, Marian Rojas Estapé, Médica Psiquiatra, explica cómo podemos rescatar la atención perdida, volver a reconectar con nosotros mismos y con lo que nos rodea, para encontrar un equilibrio emocional. Habla de la dopamina, la hormona del placer, y cómo afecta en la búsqueda de satisfacción inmediatas, en la percepción del dolor, del aburrimiento y del placer.
¿Por qué somos una sociedad adicta al placer instantáneo y cuáles son las consecuencias?
Actualmente somos una sociedad incapaz de poner atención. Todo nos molesta, nos irrita, nos enferma. Hay una sensación de fragilidad, de vulnerabilidad y de que queremos consumir rápidamente todo lo que se nos pone enfrente sin reflexionar lo que consumimos, nos da igual: puede ser comida, series, ropa, redes sociales.
Vivimos intoxicados de cortisol
El cortisol es la hormona del estrés y se activa en momentos donde nos sentimos amenazados. Sin embargo, la mente y el cuerpo no distinguen una amenaza real de una imaginaria, y esa intoxicación genera inflamación, lo que provoca que vivamos en modo supervivencia sin poder reflexionar de forma adecuada ante los acontecimientos de la vida.
Vivimos intoxicados de dopamina
La dopamina es la hormona del placer. Es fundamental que el placer exista porque repetimos lo que nos gusta, y el cerebro tiene memoria y recuerda lo que le genera placer, lo que lo calma, le excita.
El problema surge cuando este sistema de recompensas ‘se hackea’, y repetimos conductas que nos dañan como la adicción a las drogas o a las pantallas. La liberación masiva de dopamina a largo plazo, conlleva a un deterioro de las neuronas y a que se active una adicción.
El regulador de la dopamina es el dolor, por tal razón, llega un momento en el que ya no consumes por placer sino para esquivar el dolor, porque es tan grande que todo te molesta, irrita, o genera ansiedad. Vamos anestesiando con conductas que nos dan dopamina, y a nivel neuroquímico siempre necesitamos más.
Nos acostumbramos a tener picos altos de dopamina con estímulos fuertes, y esto afecta nuestra corteza prefrontal. La corteza prefrontal es la que nos ayuda a ver las consecuencias de las cosas, nos permite ver a largo plazo lo que pasa con nuestras acciones, pero esta a veces se nubla por la búsqueda del placer.
La corteza prefrontal de las personas que tienen una adicción está deteriorada, son incapaces de ver a largo plazo, solo quieren sentir el placer del momento.
¿Cómo una conducta se puede volver una adicción?
Está compuesta de cuatro partes:
- Estímulo
- Ganas
- Conducta
- Post conducta
Ejemplo: Una persona que bebe alcohol
- El estímulo sería que se siente ansiosa, aburrida y quiere escapar de eso
- Aparecen las ganas de tomar alcohol
- La conducta es cuando va y se compra una botella de vino y se la termina
- La post conducta es cuando siente culpa por la resaca
A pesar de esto, el cerebro solo recuerda el momento que sintió placer, por eso es que repetimos este tipo de comportamientos.
La consecuencia de esto, es que se produce una falta de propósito y una falta de sentido, por eso no toleramos el aburrimiento y buscamos experiencias nuevas todo el tiempo. Sustituimos el vacío por emociones.
El problema es que si esas sensaciones se convierten en nuestra única forma de vida, nos convertimos en drogodependientes emocionales, es decir en adictos a las experiencias.
¿Cómo reparar tu mente y recargar tu batería?
El ser humano no está diseñado para vivir en modo alerta y para ser hiperactivo. Para reparar la mente necesitamos parar, descansar y detenernos. Puede ser a través del ejercicio, de disfrutar de la naturaleza, de alejarnos de las pantallas, de rezar, de meditar, y así repararnos física y mentalmente.
¿Por qué nos cuesta tanto trabajo no hacer nada?
Porque se activa la voz interior y no sabemos qué hacer con eso, y preferimos evitarlo con los placeres instantáneos.
Cuando ‘paramos’ tenemos que enfrentarnos a nuestros pensamientos, miedos, temores, y eso nos boicotea. Sin embargo, es en estos momentos donde somos más capaces de crear y disfrutar. Hay que aprender a descansar, pueden ser 10 o 15 minutos sin hacer nada, de esta manera nos vamos recargando para sentirnos mejor.
Rutinas vitamínicas: La mejor forma de transformar nuestro cerebro
Son la repetición de esos hábitos que le hacen bien al cerebro, al organismo y a nuestras relaciones humanas. Para eso es necesario moderar el abuso de los placeres inmediatos a través de:
- Aprender a aburrirnos: Debemos dejar de ser multitasking y parar. Sin aburrimiento no podemos llegar al pensamiento profundo, a la creatividad, al arte, a la filosofía y a la contemplación. Ser hiperactivos nos lleva a la saturación, al agotamiento de la mente, el cuerpo y el corazón.
- Hacer ayuno de dopamina: Se trata de frenar el consumo de productos dopaminérgicos, es decir, que nos provocan un placer instantáneo como las redes sociales, el consumo de sustancias, la pornografía, etc. La idea es reiniciar nuestro cerebro frenando comportamientos adictivos y/o tóxico.
- Abrazar el dolor: Consiste en aceptar el dolor, transitarlo y no evitarlo. Debemos aprender a aceptar todos los días una pequeña cantidad de malestar, para que el placer surja de manera natural y equilibrada.
- Ordenar nuestras ideas: Para recuperar el control de tu vida debes saber realmente quién eres, cómo estás, qué actividades o personas te desgastan, y dónde y con quién te recuperas y reparas.
- Estado de flujo: Consiste en la motivación que se encuentra en nuestro interior para lograr nuestras metas. Quien entra en estado de flujo tiene una sensación de plenitud y felicidad porque se concentra en sus tareas, se deja llevar, no existe el ego, pierde la noción del tiempo, desaparece la sensación de fatiga y cansancio.
- Hacer deporte: Al realizar actividad física se experimenta bienestar, el cerebro libera más dopamina y aparecen la satisfacción y el placer. Reduce las probabilidades de caer en una adicción. ‘La actividad física salva cerebros y conductas enfermas’.