A ver cuentahabientes, ¿se pelean con su pareja hasta porque pasa la mosca? ¿Tu relación es un campo de batalla? Mario Guerra dejó un test infernal para que descubran si su relación es así y cómo resolverlo.
¿Cómo es complicar lo sencillo?
Imagina esto: es sábado por la noche. Después de una semana agitada, tú y tu pareja deciden tener una cena tranquila en casa. Simple, ¿verdad? Bueno, no tan rápido.
Aquí un ejemplo de que tu relación es un campo de batalla:
- «¿Qué quieres comer?» preguntas inocentemente.
- «No sé, ¿tú qué quieres?»
- «Lo que tú quieras está bien.»
- «No, en serio, elige tú.»
- «Pero yo elegí la última vez…»
- “Bueno, qué tal Pizza?”
- “Mmmmm… no se si quiero Pizza”
Y así, lo que debería ser una decisión de 30 segundos se convierte en un debate de 30 minutos. Bienvenido al mundo donde las parejas convierten lo simple en complejo.
¿Te suena familiar? No estás solo. Muchas parejas se encuentran atrapadas en este ciclo de complicar lo sencillo, convirtiendo momentos cotidianos en auténticas odiseas.
¿Tu relación es un campo de batalla?
En casa. La odisea de la cama “bien hecha”: Él cree que estirar la colcha es suficiente. Ella insiste en que cada almohada debe estar en un ángulo preciso de 45 grados y que las sábanas deben estar perfectamente alineadas. Conclusión: la cama permanece deshecha mientras debaten sobre los estándares aceptables de orden, y al final del día, vuelven a deshacerla para dormir.
Con los hijos. El dilema del parque: «Vamos al parque», sugiere uno. Simple, ¿no? No tan rápido. «¿Cuál parque? ¿El que tiene los columpios o el que tiene el arenero? ¿Llevamos la pelota, la bicicleta o los patines? ¿Y si llueve? ¿Deberíamos mejor ir al centro comercial?» Una hora después, los niños están viendo televisión mientras los padres siguen planificando la «salida perfecta».
En la toma de decisiones. El misterio del color de la pared: «Vamos a pintar la sala», dicen. Tres meses, 50 muestras de color y 10 discusiones después, la pared sigue blanca porque no pueden decidir entre «Brisa de Verano» y «Susurro de Nube». Al final, deciden que quizá el problema es el sofá y comienzan una nueva búsqueda.
La compra del sofá: Después de visitar 10 tiendas y probar 50 sofás, no se ponen de acuerdo entre el modelo moderno y el clásico. Al final, siguen con el sofá viejo, cubierto con una manta para ocultar las manchas.
En la diversión. La noche de películas: Dos horas navegando por Netflix, leyendo reseñas, debatiendo géneros y actores. Para cuando se deciden, ya es hora de dormir y la película queda pendiente para otro día.
La cena con amigos: «Hagamos algo sencillo», acuerdan. Resultado: un menú de cinco platos gourmet, decoración temática y una lista de reproducción musical cuidadosamente curada. Todo para impresionar a los amigos que solo querían pizza y cerveza.
TEST: ¿Tu relación es un campo de batalla?
Instrucciones: Escucha cuidadosamente cada pregunta y elige la opción que mejor describa tu comportamiento habitual entre A, B o C.
Al elegir qué comer juntos, tú sueles:
a) Dejar que tu pareja elija sin problema. (1 punto)
b) Proponer algunas opciones y decidir rápidamente. (2 puntos)
c) Insistir en analizar todas las opciones posibles antes de decidir. (3 puntos)
Cuando planean una salida o actividad, tú:
a) Eres flexible y te adaptas a lo que surja. (1 punto)
b) Prefieres tener un plan básico para evitar imprevistos. (2 puntos)
c) Detallas minuciosamente cada paso para que todo salga perfecto. (3 puntos)
Si algo no sale según lo planeado, tú:
a) Te lo tomas con humor y disfrutas igual. (1 punto)
b) Te sientes un poco frustrado/a, pero te adaptas. (2 puntos)
c) Te molesta y tratas de corregirlo de inmediato. (3 puntos)
En las tareas del hogar, tú:
a) Haces las cosas de manera práctica sin complicarte. (1 punto)
b) Tienes preferencias sobre cómo deben hacerse ciertas tareas. (2 puntos)
c) Eres muy específico/a y quieres que todo se haga a tu manera. (3 puntos)
Al enfrentar decisiones sencillas, como elegir una película, tú:
a) Dejas que tu pareja elija o escoges al azar. (1 punto)
b) Discutes brevemente las opciones y llegan a un acuerdo. (2 puntos)
c) Analizas detenidamente cada opción antes de decidir. (3 puntos)
Si tu pareja sugiere algo que no te entusiasma, tú:
a) Aceptas sin problema y te adaptas. (1 punto)
b) Propones una alternativa o un punto medio. (2 puntos)
c) Insistes en tu propia idea porque crees que es mejor. (3 puntos)
Respecto a los detalles en eventos o planes, tú:
a) No te preocupan demasiado y disfrutas del momento. (1 punto)
b) Te fijas en algunos detalles para mejorar la experiencia. (2 puntos)
c) Crees que cada detalle es crucial y debe ser perfecto. (3 puntos)
Cuando surge un problema inesperado, tú:
a) Lo tomas con calma y buscas una solución sencilla. (1 punto)
b) Te sientes algo ansioso/a, pero tratas de manejarlo. (2 puntos)
c) Te estresas y sientes la necesidad de controlar la situación. (3 puntos)
En conversaciones o debates, tú:
a) Escuchas y aceptas diferentes puntos de vista fácilmente. (1 punto)
b) Defiendes tu opinión pero estás abierto/a al diálogo. (2 puntos)
c) Tiendes a insistir en tu punto de vista hasta convencer al otro. (3 puntos)
Al organizar el espacio en casa, tú:
a) Eres relajado/a y no te molestan pequeños desórdenes. (1 punto)
b) Te gusta mantener el orden, pero sin obsesionarte. (2 puntos)
c) Necesitas que todo esté en su lugar exacto para sentirte bien. (3 puntos)
Resultados
Ahora suma todos tus puntos. Las A valen 1, las B valen 2 y las C valen 3
De 10 a 16 puntos: El Simplificador Natural. Tiendes a fluir con la vida y no te complicas con detalles innecesarios. Disfrutas de la espontaneidad y aportas una energía relajada a tu relación. Tu actitud ayuda a crear un ambiente armonioso y sin estrés.
Consejo: Sigue cultivando esa simplicidad y recuerda que tu flexibilidad es un gran activo en tu relación.
De 17 a 23 puntos: El Equilibrista Pragmático. Sueles buscar un balance entre la simplicidad y la planificación. Aunque a veces puedes caer en detalles adicionales, generalmente logras mantener las cosas en perspectiva. Eres consciente de la importancia de no complicar demasiado las situaciones, pero ocasionalmente te dejas llevar.
Consejo: Presta atención a los momentos en que comienzas a añadir complejidad y pregúntate si es realmente necesario. Practica dejar ir para disfrutar más del momento presente.
De 24 a 30 puntos: El Complicador Detallista: Tiendes a añadir complejidad a situaciones que podrían ser sencillas. Buscas control y perfección, lo que puede generar estrés tanto para ti como para tu pareja. Es posible que este patrón provenga de una necesidad de seguridad o control.
Consejo: Reflexiona sobre las razones detrás de tu necesidad de complicar las cosas. Intenta implementar algunas de las estrategias para simplificar y observa cómo esto puede mejorar la dinámica en tu relación y reducir el estrés.
¿Por qué se complican las relaciones?
Este comportamiento va más allá de una simple cuestión de actitud:
- Control como escudo: Complicar lo simple puede ser una forma de manejar la ansiedad ante la incertidumbre. Cuando todo está «perfecto», sentimos que tenemos el control. Las personas que buscan control en los detalles suelen evitar enfrentar inseguridades más profundas. Otros, calmar su ansiedad.
- Perfeccionismo heredado: Si creciste en una familia donde el lema era: «si lo vas a hacer, hazlo bien y si no, mejor no lo hagas» eso explica mucho. Este tipo de crianza puede generar adultos que sienten que nunca es suficiente, siempre buscando mejorar lo que ya está bien.
- Evitación de intimidad: Enfocarse en detalles triviales puede ser una forma de evitar conexiones más profundas o conversaciones difíciles. Es más fácil discutir sobre qué película ver que hablar sobre sentimientos o preocupaciones reales.
- Patrones de comunicación: A veces, complicar las cosas es la única forma que conocemos de expresar nuestras necesidades o desacuerdos. La falta de habilidades comunicativas efectivas puede llevar a enredar asuntos simples en lugar de abordar el problema de fondo.
- Luchas de poder: En algunas relaciones, las decisiones simples se convierten en escenarios donde cada miembro intenta afirmar su autoridad o influencia. Esto puede llevar a disputas innecesarias, ya que ambos buscan tener la última palabra o demostrar que su forma de hacer las cosas es la «correcta». Esta dinámica puede ser un reflejo de inseguridades personales o de desequilibrios en la relación que necesitan ser abordados.
El impacto en la relación
Desgaste emocional: Tantas negociaciones por cosas pequeñas pueden agotar la paciencia y generar irritación constante.
- Pérdida de espontaneidad: El miedo a «hacerlo mal» limita la diversión y la creatividad, haciendo que cada actividad requiera una planificación excesiva.
- Distanciamiento: La acumulación de conflictos menores crea distancia emocional y puede erosionar la conexión entre la pareja.
- Resentimiento acumulado: Pequeñas frustraciones pueden acumularse y generar resentimiento si no se abordan adecuadamente, afectando la armonía de la relación.
4 estrategias creativas para simplificarse la vida
- El juego de los 3 minutos: Cuando se enfrenten a una decisión menor, pongan un temporizador de 3 minutos. Si no han llegado a un acuerdo cuando suene la alarma, lancen una moneda o jueguen piedra, papel o tijera y comprométanse a aceptar el resultado. Esta estrategia elimina el sobreanálisis y añade un elemento de diversión a la toma de decisiones.
- La semana del «Delego en ti»: Alternen semanas donde uno de los dos tiene la última palabra en decisiones cotidianas. Esto no solo simplifica las cosas, sino que también construye confianza y respeto por las elecciones del otro.
- El frasco de las opciones: Escriban en papelitos diferentes actividades, comidas o lugares que les gusten a ambos y colóquenlos en un frasco. Cuando no puedan decidir, saquen uno al azar y acepten la sugerencia como una aventura espontánea.
- La pregunta mágica: Antes de complicar algo, pregúntense: «¿Esto aportará felicidad o alivio a la vida de ambos?» Si la respuesta es no, o es que sólo será a tu vida, quizás no vale la pena invertir energía en ello.
- El ritual de «Volver a lo básico»: Establezcan momentos en la semana donde se comprometan a hacer algo de la manera más simple posible: una cena con ingredientes básicos, una caminata sin rumbo, una noche sin dispositivos electrónicos. Redescubrirán la belleza de lo sencillo.
En resumen
Simplificar no significa sacrificar calidad o ignorar nuestras necesidades, sino priorizar lo que realmente importa y dejar espacio para que la relación fluya con naturalidad. Al adoptar estas estrategias y ser conscientes de nuestros patrones, podemos transformar la dinámica de la pareja, creando un ambiente más relajado y feliz.