Trump cede a la presión de los mercados y aprueba una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha publicado este miércoles un mensaje en su red social, Truth, en el que asegura que eleva los aranceles a China al 125% con efecto inmediato. No queda claro en su mensaje si eso incluye el 20% de aranceles impuestos para frenar la entrada de fentanilo o solo a los recíprocos. Al tiempo, concede una pausa de 90 días a los demás países. Sí mantiene en vigor un arancel universal del 10% para todos los países, así como los gravámenes a los automóviles, el acero y el aluminio, lo que ya supone por sí solo un muro proteccionista sin precedentes en un siglo. Las Bolsas se han disparado tras el anuncio, con subidas del 6% al 8% en Wall Street. Por la mañana, Trump había tuiteado: “Es un gran momento para comprar”.

El movimiento de Trump provoca un dilema para sus socios comerciales, entre ellos la Unión Europea, a la que pasa a imponer un arancel del 10%, pero con la idea de que lo elevará si hay respuesta para oponerse a las políticas aislacionistas de Estados Unidos. De momento, Trump está usando a China como escarmiento.

“En vista de la falta de respeto que China ha mostrado hacia los mercados mundiales, por la presente aumento el arancel que Estados Unidos de América cobra a China al 125%, con efecto inmediato. En algún momento, esperemos que en un futuro próximo, China se dará cuenta de que los días de estafar a Estados Unidos y a otros países ya no son sostenibles ni aceptables”, ha escrito Trump en Truth.

“Por el contrario, y basándome en el hecho de que más de 75 países han llamado a representantes de Estados Unidos, incluidos los Departamentos de Comercio, Tesoro y al representante de Comercio para negociar una solución a los temas que se están discutiendo en relación con el comercio, las barreras comerciales, los aranceles, manipulación de divisas y tasas no monetarias, y que estos países no han tomado represalias de ningún tipo contra Estados Unidos, he autorizado una PAUSA de 90 días y una reducción sustancial del arancel recíproco durante este período, del 10%, también con efecto inmediato. ¡Gracias por su atención a este asunto!”, ha escrito Trump. Los detalles de su decisión no estuvieron inmediatamente claros.

Los mal llamados aranceles recíprocos entraron en vigor en la medianoche del martes al miércoles de la costa Este de Estados Unidos (las 6.00 de la mañana del miércoles en la España peninsular). Algunas televisiones estadounidenses lucieron una cuenta atrás en su señal hasta el momento en que empezaban a aplicarse. Suponían impuestos del 104% a las importaciones procedentes de China, del 20% a las de la Unión Europea y del 20% al 50% para decenas de países, entre ellos, Japón, Corea del Sur y Suiza.

Cuenta atrás inexorable

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha dicho que toda la estrategia es, desde el principio, un diseño de Trump, que lleva décadas presumiendo de su talento para alcanzar pactos (no en vano, tituló su primer libro de memorias El arte del acuerdo). Las declaraciones de Bessent pueden interpretarse como un elogio, pero también como un descargo de responsabilidad.

Anoche no había esperanzas de un giro de último minuto, como los volantazos que ha dado Trump en otras ocasiones en su errática y caótica política comercial. Esta vez, la cuenta atrás resultó inexorable. El presidente firmó un último decreto en el que aprobaba un recargo a China del 50%. En dos actos diferentes, lanzó mensajes en los que, por un lado, abría la puerta a una negociación, pero por el otro, la quiere abordar desde el sometimiento de la otra parte.

El secretario estadounidense del Tesoro, Scott Bessent, comparece este miércoles ante la prensa en la Casa Blanca.

“Nos va muy bien haciendo, yo los llamo acuerdos a medida, no fabricados en serie. Son acuerdos a medida, muy a medida. Ahora mismo, Japón está volando aquí para hacer un trato. Corea del Sur está volando hasta aquí [Washington] para hacer un trato, y otros están volando aquí”, dijo el presidente por la tarde en la Casa Blanca rodeado de mineros ―una de las ocupaciones por las que Trump apuesta para el futuro de Estados Unidos―. “Hemos mantenido conversaciones con muchos, muchos países, más de 70, todos quieren entrar”, insistió, lamentando no disponer de suficiente personal para abordar todas las negociaciones a la vez y asegurando que iba a ser “genial” tanto para Estados Unidos como para el resto de países.

Solo unas horas después, sin embargo, en un acto con congresistas republicanos, vestido con esmoquin y pajarita, se deslizó por el terreno de la vulgaridad. “Os digo que estos países nos están llamando, besándome el culo. Se mueren por hacer un trato: ‘Por favor, por favor, hagamos un trato, haré lo que sea, haré lo que sea, señor”, se mofó. “Nosotros no queremos necesariamente hacer un trato con ellos”, dijo el presidente que, pese a sus contradicciones y el efecto desastroso sobre los mercados y la economía que están teniendo sus medidas, aseguró que sabe lo que hace.