¿Tus creencias limitan tus objetivos a la hora de bajar de peso? Ángeles Wolder, Decodificadora, nos va a explicar qué onda con lo que pensamos y cómo nos pone el pie.
Alguna vez les ha pasado que juran, por lo más sagrado, que esta vez sí se van a poner las pilas? Van a comer más sano, ir al gimnasio, levantarse temprano o empezar ese proyecto que llevan años posponiendo. La motivación está ahí, tienen las ganas y el plan perfecto. Pero… spoiler alert: algo pasa.
Y nos referimos a que es algo que no entienden que las bloquea y terminan viendo otra vez ese episodio de su serie favorita con una bolsa de papas en la mano y pensando en que deberían de estar haciendo algo más.
¿Sabían que esto es más común de lo que creen? No es que sean flojas, que no tengan fuerza de voluntad o que estén “programadas para fracasar”. La realidad es que hay razones inconscientes detrás de esos bloqueos, y todo está relacionado con cómo funciona su cerebro (y sí, con su familia también).
¿Cuáles son las razones por las que no cumplen sus objetivos?
Suena raro, pero para su cerebro, alcanzar ciertos objetivos puede representar un peligro. Sí, como lo leen. Aunque para ustedes “comer mejor” o “ponerse en forma” sea una meta deseable, para su mente inconsciente puede significar algo muy diferente: salirse de la norma, romper reglas familiares o incluso traicionar su identidad.
Y aquí es donde entra el caos: el inconsciente, fiel a su naturaleza protectora, se las arregla para bloquearlas. Porque si algo sabemos, es que nuestro cerebro siempre quiere mantenernos a salvo (aunque a veces esa protección sea un poco exagerada, como evitar el cardio porque “eso mató a tu abuelo”… ya llegaremos ahí).
La familia manda
Aquí es donde nos ponemos a reflexionar sobre “los hilos invisibles” que nos atan. Seguro vieron “Coco”, la película de Pixar. Si no, se las resumimos rápido: Miguelito ama la música, pero su familia la odia con todo su ser porque generaciones atrás alguien sufrió a causa de ella. Lo que para Miguel es un sueño, para su abuelita es una amenaza que debe evitarse a toda costa.
Lo mismo pasa en la vida real, pero con temas como la comida, el movimiento o cualquier objetivo que quieran alcanzar. Hay creencias familiares que nos limitan, aunque sean invisibles. Por ejemplo:
- Si en tu familia hubo hambre y carencia, hacer dieta o dejar comida en el plato es casi un pecado. De ahí frases como: “Los niños necesitan comer mucho para crecer” o “Es de mala educación dejar comida en el plato”.
- Si siempre han sido de “contextura grande”, ni se te ocurra cambiar eso: “En esta familia todos somos así, acéptalo”.
Esas frases, dichas mil veces, se quedan en el inconsciente y se convierten en bloqueos. Porque para tu cerebro, romper esas normas significa no pertenecer a tu familia. Y créanme, no hay nada que el cerebro tema más que sentirse “fuera de lugar”.
¿Y qué pasa con el movimiento?
Aquí va otra historia: imaginen que su abuelo murió de un infarto después de correr para apagar un incendio (true story). Años después, sienten una angustia inexplicable cada vez que intentan hacer cardio. Parece irracional, pero no lo es: el cerebro asocia el movimiento intenso con peligro porque así lo aprendió de generaciones pasadas.
Y si en su casa crecieron con frases como:
- “El ejercicio es peligroso, te puedes lastimar”
- “Ya hacemos suficiente en la casa”
- “Hacer ejercicio es aburrido”
Es normal que al primer intento de ponerse en forma, su motivación se esfume como por arte de magia.
La salud, un viaje a largo plazo
Aquí está la clave, no se trata solo de lograr un objetivo inmediato, como bajar 5 kilos o correr una maratón. Se trata de trabajar por su salud de aquí a 20, 30 o 40 años. Imagínense ser viejitas sabias, activas y felices, no solo por un “cuerpo perfecto”, sino por haber construido un estilo de vida que las hace sentir bien.
Pero para eso, necesitamos identificar los obstáculos, y no, no nos referimos a las excusas como “se fue la luz” o “el perro estornudó”. Estoy hablando de los bloqueos que vienen de la familia, de las creencias que han heredado y que ni siquiera sabían que tenían.
Ejercicio práctico: Este es un ejercicio poderoso para empezar a liberar esos bloqueos:
- Piensen en la creencia que las limita: “En mi familia todos somos de contextura grande” o “El ejercicio es peligroso”.
- Repitan: “Igualmente pertenezco. Aunque haga las cosas diferente, sigo siendo parte de mi familia y la honro a mi manera”.
Porque cambiar no significa traicionar a nadie. Significa crecer, cuidar de ustedes mismas y romper patrones que ya no les sirven.
¿Y ahora qué? Reflexionen sobre estas preguntas:
- ¿Qué frases o creencias han escuchado toda su vida?
- ¿Qué bloqueos sienten cuando intentan cambiar sus hábitos?
- ¿Qué pueden hacer diferente hoy para empezar a construir la vida que quieren?
Recuerden: su cerebro quiere protegerlas, pero ustedes son las jefas. Pueden reescribir su historia, romper con creencias limitantes y crear hábitos que las hagan felices. Porque sí, ustedes pueden lograrlo, solo que esta vez, sin hilos invisibles.