«Ya déjame en paz mamá, (y tú también papá)», es el nuevo libro de Mario Guerra, en donde nos explica la razón por la que las voces de nuestros papás están presentes en cada decisión que tomamos.
Texto por Mario Guerra
Las voces que nunca se apagan
Desde que somos pequeños, nuestros padres nos enseñan cómo ven ellos el mundo a través de sus palabras, críticas y expectativas. Estas voces no desaparecen del todo cuando nos hacemos adultos, sino que se instalan en nuestra mente, condicionando nuestra autocrítica, nuestras decisiones y nuestras relaciones.
En mi libro «Ya déjame en paz, mamá (y tú también, papá)», hablo justamente de cómo estas voces se convierten en una especie de «eco parental» que seguimos escuchando, aún cuando ya no dependemos de nuestros padres o incluso, de una forma u otra, ya no están presentes en nuestra vida.
¿De dónde vienen esas voces?
Las voces de nuestros padres son mucho más que simples palabras o regaños. Desde pequeños, aprendemos a vernos a través de sus ojos, y a menudo lo que internalizamos no son solo consejos o correcciones, sino sus miedos, inseguridades y expectativas.
Así, esas críticas internas que repetimos en nuestra mente son, en gran parte, la continuación de lo que ellos nos decían o escuchábamos de ellos cuando éramos niños. El problema es que estas voces se quedan con nosotros y, muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de que seguimos actuando en base a ellas.
Identificando esas voces: ¿Eres tú o tus padres?
Uno de los primeros pasos para liberarnos de estas voces es aprender a identificarlas. ¿Cómo saber si ese pensamiento autocrítico es tuyo o si es una herencia de lo que te decían tus padres? Si sientes que estás constantemente tratando de complacer, evitar críticas, o si te encuentras dudando de ti mismo en los mismos puntos que tus padres señalaban, probablemente estás repitiendo esa voz interna. La clave está en reconocer cuándo esas palabras no vienen de ti y empezar a cuestionarlas.
Estrategias para Recuperar tu Propia Voz
- Identificar las voces heredadas
Reconoce los pensamientos autocríticos y pregúntate: ¿Esto es realmente mío o es algo que escuché de mis padres? Identificar cuándo esas palabras no vienen de ti es el primer paso. - Cuestionar la validez de esas voces
Una vez identificadas, cuestiona esas críticas o expectativas: ¿Es una verdad absoluta o solo una perspectiva limitada? Recuerda que lo que te dijeron tus padres no necesariamente refleja quién eres hoy. - Establecer límites internos y externos
Aprende a poner barreras tanto en tu mente como en tus interacciones con los demás. Establecer límites saludables significa no permitir que esas voces controlen tus decisiones o relaciones. - Reemplazar la autocrítica por autocompasión
Sustituye las críticas que heredaste por una voz más empática y realista. Háblate con el mismo respeto y amabilidad que ofrecerías a un buen amigo. - Sanar la relación emocional con tus padres
Ya sea que estén presentes o ausentes, vivos o fallecidos, trabajar en sanar emocionalmente esa relación te liberará de las expectativas que no te pertenecen. No se trata siempre de reconciliarse físicamente, sino de encontrar paz y cerrar capítulos internamente. Es como dejar ir esas expectativas y comenzar a definir nuestra vida por lo que queremos, no por lo que ellos esperaban de nosotros. Sanar no es olvidar o excusar, es encontrar paz con lo que ocurrió y decidir que ya no nos definirá.
La libertad de ser tú mismo
Al final del día, se trata de algo muy simple: encontrar tu propia voz. Liberarte de esas voces que te persiguen y que no te dejan ser tú es un proceso de autodescubrimiento y sanación. Mi libro, «Ya déjame en paz, mamá (y tú también, papá)», es una guía para ayudarte a recorrer ese camino, para que finalmente puedas escucharte a ti mismo y vivir desde tu autenticidad, sin el peso de las expectativas que no te pertenecen.
Así que, si alguna vez has sentido que las voces de tus padres siguen marcando el rumbo de tu vida, este es el momento de comenzar a transformarlas. En mi libro encontrarás las herramientas que necesitas para escucharte a ti mismo y, por fin, liberarte de esas voces que no te dejan ser tú.